Fecha de publicación: Jue, 08/08/2019 - 11:42

Tecnología ancestral, ideal para innovar y tejer un mejor ambiente en el aula

Marta Clavijo es una maestra de primaria del colegio distrital Sorrento, quien cree en el poder de la creatividad y de la innovación en el aula. Los resultados de sus experiencias pedagógicas saltan a la vista.

En las clases de la profesora Marta Elena Clavijo Ramírez, la alegría, la concentración y el deseo de aprender de los alumnos son los protagonistas de su quehacer docente. Y esto es así porque, para ella, cada trabajo que se desarrolla en el aula debe estar incentivado por un objetivo claro: “En lo personal, yo quiero motivar a mis estudiantes a investigar por su cuenta, a centrarse en algo, a comenzar y a terminar una labor que implique exploración del conocimiento. También quiero que aprendan a manejar y a aprovechar mejor su tiempo libre”.

Niños en un salón con telas

Marta es licenciada en Educación, con estudios en Educación Especial, experta en personas con discapacidad visual o tiflología: “Mi licenciatura me ofrece la posibilidad de trabajar en primaria. Entonces, yo salté de ser docente universitaria a trabajar con el Distrito. Me presenté al concurso, pasé la convocatoria y me nombraron como profesora de primaria en este colegio, algo fabuloso porque aquí uno puede aplicar todo lo que ha recogido a lo largo de los años. Además, a mí, siempre me han llamado la atención las manualidades porque con ellas los niños manejan mejor su tiempo libre y, hacia el futuro, pueden ser emprendedores”.

Niños en un salón y una niña de pie

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Para esta inquieta maestra, la formación permanente aviva la vocación, que en ella es innata. Una vocación acentuada por el espíritu autodidacta de su padre, José Clavijo, quien sin duda le ayudó a aclarar su horizonte.

“Yo pienso que la educación viene con uno porque, por ejemplo, yo me presenté a diferentes universidades, entre ellas la Pedagógica, y me fue muy bien. Tuve el segundo mejor puntaje cuando me presenté a la Pedagógica, entonces, pienso que nací docente. Por otro lado, mi papá era muy creativo, hábil, era todo un artesano, un autodidacta que nos enseñaba cosas de electricidad, de electrónica, de carpintería, y nos ayudaba a hacer los trabajos que nos pedían en la universidad”.

La profe Martha junto con dos estudiantes

Y es que, en su empeño por despertar y fortalecer todas las habilidades de sus estudiantes y por ser cada día mejor en lo que hace, Marta no para de estudiar y de transmitirles todo lo que aprende. Fue así como se encontró, en el 2018, con un curso de formación docente que la enganchó de inmediato.

Se trataba del curso Pensamiento Divergente y la Invención en el Aula: Matemáticas, Ciencias y Tecnología en los Procesos de Innovación Pedagógica,ofertado por la Corporación Escuela Pedagógica Experimental y desarrollado en el marco del convenio interadministrativo entre la Secretaría de Educación y el Icetex asociado al fondo de formación continua, a través del cual se subsidió el 100 % del valor del programa de formación a cada docente participante nombrado en propiedad de las IED. En 2018, entonces, 32 docentes se vieron beneficiados y, debido al éxito que tuvo, este año se volvió a abrir y 30 más se beneficiarán.

En este curso, a través de talleres prácticos, creación de prototipos, conversatorios y actividades de reflexión, los docentes recibieron formación en tecnología contemporánea y robótica, tecnología ancestral, construcciones lúdicas, juegos de estrategia, artefactos de medición, mecanismos de propulsión, geometría fractal, geometría y arte y múltiples propuestas de innovación en el aula.

“Trabajamos por módulos, hicimos experimentos, construimos grúas, tractores, cohetes, nos dieron un kit para ello; también ringletes y barrenas para trabajar con el viento, y nos enseñaron muchísimas estrategias para incentivar la inventiva y la creatividad, a partir del juego, y el aprendizaje de habilidades propias de los niños de primaria. El uso de la tecnología ancestral como recurso para potenciar la imaginación en los estudiantes fue uno de los temas que vimos”, asegura.

Así, en este curso, Marta aprendió a crear ambientes de aprendizaje propicios para dar rienda suelta a la construcción conjunta de conocimiento con los estudiantes, a través de la aplicación de métodos alternativos de trabajo en el aula; a promover distintas maneras de explicar los temas de clase, basadas en la elaboración de modelos creados a partir de lo conocido; a imaginar diversas formas de encontrar respuestas a los problemas que surgen en lo cotidiano; y a consolidar dinámicas dirigidas a desarrollar el pensamiento divergente en los alumnos, como la invención en el aula de una forma divertida, recursiva y novedosa, fusionando temas de diferentes áreas como, por ejemplo, las artes y las matemáticas.

“El curso nos ofreció diferentes maneras de trabajar en el aula, desde las matemáticas, las ciencias, las artes y la tecnología. Al final, debíamos presentar un proyecto donde diéramos cuenta del desarrollo en los niños del pensamiento divergente y yo elegí el telar, punto de partida de lo que hoy es la industria textil; escogí el telar rectangular específicamente, que les ayuda a empezar y a terminar una labor: la idea era hacer una bufanda, que se la obsequiaran a alguien y que también trabajaran ese proyecto en la casa, que le enseñaran a alguien a tejer”, cuenta Marta.

hilos y tejidos

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María Isabel Silva, una de las estudiantes que participó en el proyecto de los telares, narra su experiencia: “A través de ese taller nos juntamos más y aprendimos cómo hacían nuestros antepasados sus tejidos y la ropa para abrigarse. Fue muy chévere, muy artístico. Nos motivó a trabajar en la casa, en el descanso, nos ayudó a concentrarnos, a terminar lo que nos proponíamos hacer. Yo he continuado con esta labor en casa, quiero hacer muchas bufandas, se me ha ocurrido la idea de hacer un negocio, hacer mantitas para dormir, venderlas. Eso quiero”.

Para los padres, esta experiencia dejó en sus hijos un saldo pedagógico que trascendió lo curricular, ya que no solo les facilitó el aprendizaje del sistema métrico, sino que, el hecho de construir sus propios telares y hacer diseños personalizados, despertó en ellos habilidades e intereses inexplorados hasta ese momento y, sobre todo, les ayudó a entretejer relaciones y a estrechar lazos de amistad y confianza con sus compañeros, su maestra y, lo más bonito, con sus familias.

Zobeida Zapatel Rusca, madre de una de las estudiantes, así lo confirma: “La experiencia pedagógica con los telares ha traído beneficios como la unión familiar, porque fomenta el diálogo alrededor del tema, la conversación alrededor de la mesa, mientras ellos están tejiendo algo. Esta actividad ha conectado la familia. Me gustaría que esto se fomente en otros profesores, porque les ayuda a despertar en los niños la creatividad, el deseo de investigar, de hacer cosas nuevas, originales, de aprender cosas para la vida, y surgen en ellos ideas de emprendimiento que les pueden servir en el futuro. Aunque pareciera que el tejido ya no está de moda, ellos se han metido de lleno en la experiencia, les ha gustado mucho, los desestresa”.

Niña realizando un nudo con un hilo

Efectivamente, llegó un momento en el que las mamás la llamaban y, felices con la iniciativa, le decían lo siguiente: “¡Profe! Gracias, es la primera vez que yo veo a mi hijo concentrado en algo, mejor dicho, él es terrible en la casa y ahora está quieto, concentrado en el tejido”. Al terminar el proyecto, todos los niños presentaron su bufanda e, incluso, hicieron para regalar y, literalmente, ¡hasta para vender!, lo que llevó a la profesora a abordar con ellos temas asociados al emprendimiento: producción, insumos, costos, valor agregado, entre otros.

Tal fue la acogida y el éxito del proyecto de los telares hecho con los niños del grado quinto que la profe Marta decidió seguir aplicando ese tipo de iniciativas en sus clases de Matemáticas con otros cursos: “A mí me gusta estar innovando; por ejemplo, este año hicimos con los niños de primero ábacos con chaquiras y palitos de paleta, simulando los ábacos para ciegos, y con ellos estamos trabajando nociones matemáticas, operaciones básicas, cantidades, porque es una excelente herramienta para trabajar en primaria. Cada niño hizo su ábaco y lo personalizó, le colocó su nombre”, narra Marta muy emocionada.

Manualidades con hilos

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Marta Elena Clavijo, entusiasmada con estos resultados, ya se inscribió en otro de los cursos que fomenta la Dirección de Formación de Docentes e Innovaciones Pedagógicas de la Subsecretaría de Calidad y Pertinencia, de la Secretaría de Educación del Distrito, por medio del Proyecto de Inversión 1040, que busca conformar la red de maestras y maestros líderes de la transformación educativa en Bogotá, a través del fortalecimiento y la visibilización de sus experiencias y el desarrollo de estrategias de formación, lo que, a su vez, contribuye a garantizar educación de calidad a los niños y jóvenes de nuestra ciudad.

Esta docente también formará parte de la jornada Vive el Ecosistema, Travesías de Maestros, que se desarrollará los días 15 y 16 de agosto y que incluirá recorridos por los tres centros de innovación del maestro de Bogotá, conversatorios, talleres e intercambio de experiencias entre profesores y expertos invitados que le apuestan a una educación de calidad para impulsar el proyecto de vida y la felicidad de los estudiantes, así como a la transformación de sus prácticas pedagógicas.

Cabe recordar que Bogotá cuenta con el Ecosistema Distrital de Innovación Educativa Innobog, que no solo reconoce el valioso aporte de los maestros a la construcción de una ciudad con educación de calidad, sino que les brinda oportunidades para su desarrollo profesional y personal.

Porque una ciudad educadora es una Bogotá mejor para todos


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