Fecha de publicación: Vie, 02/08/2019 - 11:51

En Bosa, genios fabrican sueños que piensan cómo transformar la realidad

En un aula del colegio Francisco de Paula Santander se sueña y se innova. Los estudiantes de Informática y Tecnología hacen modelos y prototipos de máquinas para entender cómo se puede transformar el mundo.

Desde septiembre del año pasado, la comunidad educativa del colegio Francisco de Paula Santander, ubicado en la localidad de Bosa, en el sur de la ciudad, cuenta con un espacio de cerca de 35 metros cuadrados en el que puede soñar y pensar un mundo diferente.

El salón RTC: reinventar el aula de clase, abrió sus puertas para que los niños, las niñas y los jóvenes de este centro educativo le apuesten a la innovación y la creatividad. Se trata de 350 estudiantes, de los grados quinto a once, que aprovechan de distintas formas este escenario dividido en las áreas de pensamiento, diseño, fabricación y exhibición.

Dos estudiantes con unos robots

En una de sus paredes se lee: “Si lo puedes imaginar, lo puedes crear”. Y esto es lo que hacen ellos en esta aula: imaginar un mundo en el que sea posible reinventar la realidad.

En el área de pensamiento, se evocan máquinas y artefactos desde su historia y aplicación para luego elegir uno de ellos e idear un proyecto. En el área de diseño, a través de los dibujos y los distintos programas de computación, se hace el boceto de lo que luego se va a desarrollar. En el área de fabricación, se construye con los distintos materiales de los que disponen para hacer realidad el proyecto que, previamente, se pensó y diseñó. Y, finalmente, en el área de exhibición se muestra el resultado final del proyecto, pero también se da cuenta del proceso de su realización.

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Luz Amparo Torres García ha sido una de las más comprometidas con el aprovechamiento de este espacio. Como docente de Tecnología e Informática, se ha encargado de despertar en los estudiantes la pasión por la tecnología como una herramienta con la que se puede transformar la realidad.

Luz Amparo hablando

“El acercamiento que ellos tienen a la tecnología los enamora de ella. Tener contacto con las herramientas, las máquinas y los kits que hay en el colegio hace que ellos sientan que pueden hacer cosas diferentes a través del uso de la tecnología”, indica Luz Amparo.

Fue así como hace dos años nació el proyecto Genios Fabricando Sueños, en el que se enmarca otro proyecto: Máquinas Simples, Pesos Ligeros, que se expuso en la inauguración del salón RTC.

Kevin David Hueso Ávila, de 18 años, y Johan Sebastián Morales, de 16, ambos de grado once, diseñaron una grúa y un tractor a pequeña escala que, luego, gracias al componente de innovación, unieron para poder potencializar su capacidad.

“El proyecto es increíble. Estábamos haciendo una grúa, pero de pronto nos preguntamos… ¿qué pasaría si la juntáramos con un tractor o algo?, para ver si se podía mover. Nuestro invento sí funcionó, porque el tractor transportaba la grúa al lugar que necesitaba ir; fue satisfactorio verlo”, cuenta Kevin.

Para Johan Sebastián, la posibilidad de estar en la RTC, desarrollando su creatividad e imaginación, es una oportunidad única. “La tecnología es todo avance que ha hecho el ser humano para facilitar su vida, desde la creación de la rueda hasta la creación del iPhone. Todos son aparatos que nos ayudan en nuestra cotidianidad”, asegura.

Cuando se le pregunta sobre la posibilidad de algunas creaciones humanas de dañar y destruir más que de construir, Johan responde lo siguiente: “Ninguna innovación es mala, solo que a algunas les damos mal uso. Tener miedo al futuro sería como tenerle miedo a vivir”.

La profesora Luz Amparo, además de ya haber sembrado la semilla de la curiosidad y la innovación en sus estudiantes, también les recalca la responsabilidad que se tiene con la tecnología como herramienta de transformación.

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“La tecnología es pensar en un mundo diferente. Para los muchachos, es darles otro tipo de opciones a lo que viven en su día a día y ver cómo, a través de esta herramienta, pueden dar solución a los problemas que se les puedan presentar”, señala la profesora.

Dos estudiantes armando un robot

Los más pequeños admiran a los de 11 y aseguran que les gustaría hacer cosas como las que ellos hacen. Por ahora, su actividad se remite a máquinas autómatas que simulan la animación y que los inspira para, además, hacer creaciones en audiovisual.

Daniel Bernal, tiene 12 años y está en séptimo: “La tecnología sirve para todo, porque puede ser desde una silla hasta un computador”, cuenta, al tiempo que asegura que disfrutó mucho el ejercicio de la máquina autómata.

Lo hizo junto con Samuel Ríos Plata, de 13 años y del mismo grado. “Al hacer este proyecto aprendimos cosas que no sabíamos y que no vamos a olvidar. Ya, cuando uno se abre a la imaginación, todo es posible, entonces uno puede terminar hasta inventándose una máquina que limpie el agua de la basura, por ejemplo”, dice emocionado.

Por ahora, lo que sigue es la segunda parte del proyecto: diseños en 3D, con el fin de hacer uso de la impresora que les donaron para el salón RTC.
“La idea es que se den cuenta de que, a partir de esos prototipos, pueden innovar y unirlos a la parte de robótica para que, desde la secuencia con la que se trabaja esta técnica, ellos puedan crear otro tipo de prototipos y, así, innovar”, puntualizó Luz Amparo.

Esta docente formará parte de la jornada Vive el Ecosistema, Travesías de Maestros, que se desarrollará los días 15 y 16 de agosto y que incluirá recorridos por los tres centros de innovación del maestro de Bogotá, conversatorios, talleres e intercambio de experiencias entre profesores y expertos invitados que le apuestan a una educación de calidad para impulsar el proyecto de vida y la felicidad de los estudiantes, así como a la transformación de sus prácticas pedagógicas.

Un estudiante armando un robot

Cabe recordar que Bogotá cuenta con el Ecosistema Distrital de Innovación Educativa Innobog, que no solo reconoce el valioso aporte de los maestros a la construcción de una ciudad con educación de calidad, sino que les brinda oportunidades para su desarrollo profesional y personal.

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¡Porque una ciudad educadora es una Bogotá mejor para todos!


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