Fecha de publicación: Mar, 25/10/2016 - 12:14

LOS ESTUDIANTES DE COLEGIOS PÚBLICOS DE BOGOTÁ QUE ENSEÑAN A ‘VOLAR’

Son jóvenes y saben muy bien cómo abrir las alas de la imaginación con libros e historias. Se trata de los promotores de lectura y escritura de los colegios del Distrito, que aceptaron la misión de contagiar su amor por las letras y la literatura a la ciudadanía, en el marco del Plan Distrital ‘Leer es Volar’.

En una pequeña maleta escolar, que no supera los 50 centímetros, Juan Pablo Galvis, estudiante del colegio Luis Carlos Galán, de la localidad de Puente Aranda, lleva el mundo entero para compartirlocon todo aquel que tenga un momento libre para escucharlo.

En esa maleta, este joven estudiante condensa la sabiduría del mundo, el conocimiento que ha acumulado la humanidad durante milenios, y un sinnúmero de historias fantásticas de viajes llenos de odiseas, legendarias batallas y proezas de héroes de otros tiempos.

El repertorio que porta es diverso, desde los cuentos y fábulas clásicos de la lengua hispana, hasta novelas de suspenso y terror, y el infaltable ‘El olvido que seremos’ de Héctor Abad Faciolince, su título favorito y su compañero infaltable en las correrías que hace difundiendo la lectura y la cultura.

d

Juan Pablo Galvis es un agente promotor de lectura y se dedica a recorrer colegios y entidades enseñando a los ciudadanos a ‘leer mejor’ y contagiándolos de su amor por las letras y la literatura.

‘Agentes de lectura de Bogotá, lectoras y lectores ciudadanos’, es una estrategia del Plan Distrital de Lectura y Escritura ‘Leer es Volar’ en el que hacen equipo las secretarías de Educación del Distrito y Cultura de la capital, y que se articula con otras iniciativas como la red de Oralidad, Lectura y Escritura (OLE) para promover la lectura entre los ciudadanos y hacer de Bogotá una ciudad lectora.

La estrategia busca que los estudiantes de los colegios oficiales de grados 9º y 10º se capaciten y se formen como promotores de lectura y escritura y que salgan de las instituciones educativas para difundir la literatura en diferentes escenarios de la ciudad.

La capacidad de ‘volar’ a otros mundos

hg

Luego de una pequeña dinámica para ‘sacudir la pereza’ y focalizar la concentración de los oyentes, Juan Pablo saca un libro de su maleta viajera para iniciar el taller. Tiene un público difícil por delante, niñas y niños de segundo grado, que ríen y juegan sin cuartel, pero el agente de lectura está capacitado para manejar la situación y sabe cómo captar su atención.

El texto escogido es el ‘Cuadro más bello’ del autor Pedro Pablo Sacristán, título clásico del repertorio de cuentos infantiles que habla del valor de esmerarse y ponerle empeño a las cosas. Luego de pasar unas copias para que los niños sigan la lectura, con una entonación perfecta y un carisma que contagia, Juan Pablo empieza a leer en voz alta.

“Había en un país un rey amante de la pintura y la naturaleza que quiso poseer el más bello cuadro que pudiera hacerse de los paisajes de su reino…”, lee mientras camina alrededor del cuarto, mirando a los niños, gesticulando con amplitud las frases y palabras. Le toca la cabeza a uno de los pequeños para que continúe la lectura, y el niño, emocionado, retoma la frase: “Para ello, convocó a cuantos pintores habitaban aquellas tie…, tie… rras, y una mañana los guió hasta su paisaje favorito”.

A medida que la voz de Juan Pablo llena el reciento, el ánimo de los niños empieza a cambiar. Unos leen concentrados en sus hojas, algunos lo miran con admiración, mientras que otros miran por la ventana como evocando los paisajes fantásticos de describe el cuento, porque, como exalta Juan Pablo, “la lectura no es solo coger un libro y leer palabras y frases. Los libros tienen la capacidad de evocar imágenes, recuerdos, de hacernos sentir como si fuéramos los protagonistas de la historia que leemos”.

Especialistas alrededor del mundo, como el doctor Raymond Mar, de la Universidad de York en Canadá, afirman que leer activa las mismas zonas del cerebro que se activan cuando se realiza el acto físicamente, es decir, que el cerebro, psicológicamente, no distingue si el individuo está realizando el acto físicamente o lo está leyendo en las páginas de un libro.

sa

“Hay evidencia de que cuando se lee, la mente crea o recuerda objetos que se asemejan a la descripción. Básicamente, si lees una rica descripción de una escena, podrás ver la activación cerebral en la corteza visual. Hay similitudes entre percibir y leer acerca de la percepción. Cuando una persona lee que un personaje ficticio está realizando determinada actividad, las áreas del cerebro que se activan son las mismas a las que esa persona utiliza para llevar a cabo esa acción. Cuando leemos una historia cuyo protagonista enfrenta una situación peligrosa o temerosa, nosotros sentimos miedo”, afirmó el doctor Mar en entrevista a BBC Mundo.

Más que palabras al viento, más que hojas inertes, los libros tienen la capacidad de transportarnos a lugares lejanos en el tiempo y la distancia, de enriquecer nuestra experiencia de vida a través de las experiencias de los otros, y han sido fuente de inspiración y motivación durante milenios.

Así lo pondera Juan Pablo, este estudiante de Bogotá que encontró en los libros un refugio para su alma, un compañero para los momentos de soledad y de tristeza, pero también una herramienta para comunicarse con los demás y para ayudar a otros a mejorar su aprendizaje. “Los libros enriquecen mucho a las personas. Enriquecen su vocabulario, su forma de actuar, le inspiran nuevas cosas, nuevos objetivos, son fuente de conocimiento infinito”.

Ese entusiasmo, esa pasión por la literatura y por el conocimiento es lo que Juan Pablo le quiere contagiar a la comunidad a través de su labor como promotor de lectura. Por eso, cada vez que tiene la oportunidad, Juan Pablo dicta talleres a los niños de primaria del colegio o a los adultos de alguna entidad pública. Más que enseñar a leer de corrido y con buena entonación, este joven busca que la gente se enamore de los libros, del conocimiento que condensan, pero que ante todo se diviertan y se recreen con ellos, como lo hace él.

dd

Pese al maravilloso mundo de conocimiento y divertimento que ofrece la literatura, en Colombia el hábito de la lectura no está arraigado a la cultura y para el grueso de la población los libros son elementos aburridos y obsoletos que están condenados a desaparecer en el dinámico mundo del progreso tecnológico. En Bogotá, por ejemplo, solo se leen 2,7 libros por habitante, una cifra inferior a la de capitales de países de la región como México (2,9), Brasil (4,0), Argentina (4,6) y Chile (5,4).

Por eso, la misión que se autoimpuso Juan Pablo como agente promotor de lectura, antes que hacer que la gente lea cierto número de libros, es erradicar de la conciencia del colombiano esa aversión que se generó hacia la lectura.

“La población colombiana no lee y es porque desde pequeños los papás no se sentaron con ellos a leer, nadie les inculcó la pasión por la lectura. Mis compañeros, por ejemplo, dicen que leer es un fastidio, que da mucha pereza. Tienen la idea que leer es aburrido porque nunca adquirieron el hábito. Y seguramente cuando sean padres tampoco lo van a hacer, entonces se corta el círculo de aprendizaje”, dice Juan Pablo, quien saca tiempo para leer 25 libros al año, más de lo que lee un joven en Estados Unidos o Canadá, donde el promedio es de 8.

La lectura y la cultura, motores del progreso

Según datos de María Luz Robledo, bibliotecaria del colegio, el trabajo de los Agentes Promotores de Lectura se ha traducido en más visitas a la biblioteca. “Los niños de primaria leen cuatro o cinco libros al año, mientras que en bachillerato los estudiantes leen hasta 10. Hay mucha actividad aquí, los niños tienen sus géneros favoritos como el terror y las historias fantásticas, y se han propiciado nuevas prácticas como llevarse los libros a casa para leer con los papás”, asegura.

Como Juan José Gámez, de segundo, quien se declara aficionado de los temas paranormales. “Lo que más me gusta leer son los cuentos de fantasmas y de espantos, son muy chéveres y dan miedo. Mis favoritos son ‘Siete hitos del terror’, ‘El señor de la casa muerte’ y ‘La muerte me lleva’. Me gustan porque muestran lugares que no he visto y cosas que no sabía. También me gusta escribir, inventarme cuentos de terror y dibujar”.

r

Desde que inició la labor de los agentes de lectura, a finales del año pasado, el clima de lectura en la institución se ha incrementado. Maritza Segura, coordinadora del área de humanidades del colegio Luis Carlos Galán, asegura que la labor de Juan Pablo y los otros promotores ha contagiado a todos los miembros de la comunidad a leer, sobre todo a los más pequeños que apenas empiezan su formación.

“Los promotores se capacitan en cómo motivar la lectura en los estudiantes más pequeños, técnicas para comprensión de lectura, tipos de texto, tipos de lectura (silenciosa, voz alta), dinámicas y lúdicas para trabajar con los chiquitos. Los chicos que se han certificado son estudiantes que uno los ve promoviendo la lectura, participando de los talleres. Los chiquitos los han recibido maravillosamente porque ellos siguen y admiran a los grandes, los ven como sus hermanos mayores”, comenta.

En cada taller, en cada sesión, Juan Pablo recuerda sus primeros años de vida, cuando sus papás se sentaban con él y su hermanita a leer el ‘Renacuajo paseador’, la ‘Pobre viejecita’, ‘Caperucita Roja’ y ‘Hansel y Gretel’, y trata de emular esa grata y enriquecedora experiencia con los niños de su colegio.

“Una de las grandes enseñanzas que me ha dejado la labor como agente de lectura es exaltar el trabajo tan difícil que es ser profesor. Uno como estudiante, al momento de hacer un taller con niños, muchas veces se desgasta porque no le ponen atención, porque están haciendo ruido, porque están discutiendo e interrumpen. Y también ha sido muy gratificante ver que a los niños y a la gente les gusta lo que uno les enseña y lo aprenden con gusto. A veces los niños quedan tan contentos que ellos mismos piden más talleres, y más tiempo. Eso es lo más gratificante, cuando los niños te dicen: ‘gracias por haberme enseñado esto’”.

Además de desarrollar actividades de promoción y difusión en los colegios y en las comunidades, el programa de ‘Agentes Promotores de Lectura’ ofrece la posibilidad a los estudiantes de 9º de poder cumplir con su servicio social obligatorio promoviendo la lectura y la escritura. 

A la fecha, la Secretaría de Educación ha certificado a 1128 estudiantes de 9º como promotores de lectura que, como Juan Pablo, se formaron en áreas de oralidad, lectura y escritura y hoy son difusores del conocimiento y las letras.

La segunda fase de esta estrategia contempla la formación de otros 500 agentes de lectura en 30 colegios de la ciudad durante este año, con el objetivo de que estos jóvenes se conviertan en agentes de cambio en sus comunidades, en ciudadanos que promueven el debate y la participación a través de las letras y la cultura.

“Esta es una estrategia que busca potenciar las capacidades que tienen todos estos chicos de grados 9º y 10º que se han formado como agentes de lectura en los centros de interés, y poderlos sacar de las instituciones educativas para hacer un posicionamiento y una estrategia para que la ciudad se vuelva más lectora”, comenta Jerónima Sandino, directora de Ciencias, Tecnología y Medios Educativos de la Secretaría de Educación.

Termina otra sesión más de lectura, y Juan Pablo guarda todos sus libros los en la maleta. La carga es pesada y la responsabilidad es grande, pero es más grande la satisfacción de aportar su ‘granito de arena’ para hacer de Bogotá una ciudad educadora, donde los libros nos lleven a vivir nuevas realidades.

Conozca más del Plan Distrital de Lectura y Escritura ‘Leer es Volar’


¿Le fue útil este contenido?