Fecha de publicación: Lun, 31/10/2016 - 12:08

LA CLASE QUE ES UN ‘LABORATORIO DE SEGUNDAS OPORTUNIDADES’

419 maestros del Distrito trabajan cada día para reconstruir sueños, salvar vidas y fortalecer la inclusión educativa para la equidad, a través del programa ‘Volver a la Escuela’ que se implementa en 75 colegios públicos de la capital.

Cuando Valentina  llegó a la sede B del colegio República de México de la localidad de Ciudad Bolívar, tuvo la certeza de que la segunda oportunidad que tanto había buscado por fin había llegado a su vida.

“Puede que para muchos regresar al colegio no sea la gran cosa, pero a mí me salvó la vida”, dice esta menuda jovencita que, a sus escasos 15 años, ha vivido mucho más de lo que su cuerpo pareciera soportar.

“A los 13 años empecé a consumir bóxer. Mi mamá nunca estaba en casa y la droga me hacía olvidar todas las cosas feas que sentía. Fue ahí cuando me quedé enganchada y luego no supe cómo volver a salir (…) en eso se me fueron dos años de mi vida, pero bueno aquí estoy para empezar de nuevo”, asegura Valentina, que al percatarse de que el timbre ha sonado, se despide con afán y sale corriendo. “Es que la clase ya va a empezar”, se excusa y se pierde entre los otros estudiantes que, como ella, han tenido que enfrentar antes de tiempo, las vicisitudes de la vida.

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Todos ellos han recibido una nueva oportunidad de reconstruir sus sueñosgracias a ‘Aceleración del Aprendizaje’, una de las modalidades que en el marco del programa ‘Volver a la Escuela’ de la educación pública de Bogotá busca incluir al aula a niñas, niños y jóvenes entre los 9 y 17 años que, por diversas circunstancias, han dejado de estudiar y necesitan ser nivelados para regresar a un salón regular.

La iniciativa hace parte de los modelos educativos flexibles que, dentro de la línea estratégica Inclusión Educativa para la Equidad del Plan de Desarrollo del gobierno ‘Bogotá Mejor para Todos’, busca reducir las brechas de desigualdad que afectan las condiciones de acceso y permanencia en la educación preescolar, primaria, secundaria y media de las distintas localidades y poblaciones del Distrito Capital.

“Por ese motivo es que para nosotros este programa se ha convertido en un laboratorio de segundas oportunidades”, dice Martha Díaz, una de las profesoras que, en el colegio República de México, se encarga de sacar adelante a los que ella llama “sus patitos feos”.

El lugar donde se tejen las nuevas oportunidades

Los ‘difíciles’, los que hacen enojar a los profesores. Esos son los estudiantes que la profesora Martha Díaz tiene en su clase.

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“Siempre son los ‘patitos feos’ y te voy a explicar porqué – dice sin pelos en la lengua esta docente licenciada en educación básica primaria -. Lo que pasa es que en estos salones encuentras menores con una vida muy difícil. Muchos son víctimas del conflicto armado y de una dura realidad que deja su autoestima por el piso y que les hace difícil socializar y adaptarse al colegio”.

Aunque ninguno de sus alumnos supera los 16 años, todos parecen ser ‘almas viejas’ a las que no solo debe enseñarles materias como español, matemáticas o ciencias, sino que también debe volverlos a convencer de que son personas valiosas, capaces de lograr lo que se propongan.

“Todos los días es una lucha por convencerlos de que merecen cariño”, dice Martha que, a pesar de llevar más de 12 años en el colegio República de México, aún le siguen golpeando las crudas historias que allí ha escuchado, como la de Felipe, que con tan solo 12 años debió ver como la guerrilla asesinó a dos de sus maestras porque ellas, valerosamente, lo ayudaron a él y a sus compañeros de clase a huir para evitar que fueran reclutados forzosamente, como cuenta Martha.

“Aunque no es fácil escuchar todas estas historias, uno tiene que sacar fuerzas de donde no las tiene para mostrarle a estos chicos que hay una vida mejor de la que conocen, por eso damos lo mejor de nosotros en todas las clases, todos los días”, señala la profe Martha que hoy se encuentra en clase de matemáticas con sus 20 estudiantes de edades dispares y procesos, dificultades y habilidades completamente distintas, que hacen que estas clases sean un ejercicio de educación personalizada.

“Aunque quizá los profesores de ‘Aceleración del Aprendizaje’ tienen un poquito más de trabajo por el reto que significa tener en un mismo salón niños con procesos diferentes, yo no cambiaría este trabajo, porque para mí, es aquí donde se puede construir un mejor futuro”, comenta Martha que hace parte de los 419 docentes de este programa que en toda Bogotá trabajan diariamente para que cada vez sea menor el número de niñas, niños y jóvenes que abandonan la escuela.

Un proyecto que se afianza para construir una Bogotá Mejor Para Todos

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El programa ‘Volver a la Escuela’ contempla tres modalidades de atención:Procesos básicos que nivela en procesos de lectura, escritura y lógico matemática a niños y niñas entre los 9 y 14 años que no han logrado superar estas competencias; Aceleración Primaria que nivela los procesos educativos de niños, niñas y adolescentes entre los 9 y 15 años que están en extraedad para los cursos de básica primaria y buscan la promoción a  grado 6º; y  Aceleración Secundaria que nivela los procesos educativos de adolescentes entre los 14 y 17 años que se encuentran en extraedad  para los grados 6º, 7º, 8º y 9º, buscan su regreso a  aula regular o a la educación media.

Con el objetivo de hacer más fácil este reingreso a la vida escolar, los contenidos de las clases se manejan por proyectos a través de una serie de libros que contienen guías con ejercicios que refuerzan desde habilidades como comprensión lectora hasta introducir temas propios de materias regulares, lo que hace más sencillo el proceso de aprendizaje para las niñas, niños y jóvenes que pertenecen a este programa.

Para el rector del colegio República de México, Guilllermo Castro Carrillo, apostarle a esta clase de proyectos reviste de gran importancia para la comunidad, el sector, la localidad y la ciudad.

“Un niño o joven que está en este proyecto, es una persona menos que está en la calle, y esta pequeña acción, a largo plazo puede lograr profundos resultados como disminuir las brechas que existen en la ciudad, y eso nos beneficia a otros porque cuando esa distancia se hace más corta el país progresa”, comenta Castro.

Todos los días están llegando nuevos estudiantes y otros cuantos nunca regresan. Es una lógica común y compleja con la que batallan día a día sus maestros, pero que de cuando en cuando trae grandes alegrías, como el día que Martha conoció a Juan, un típico muchacho, “que le sacaba canas verdes a cualquiera”, asegura.

Con esfuerzo y paciencia Martha logró que Juan se reintegrara al colegio. Por mucho tiempo no supo nada de él hasta que el año pasado un hombre alto, que ella no reconoció, llegó a su salón.

“Hola profe, usted no se acuerda de mí, pero yo sí de usted porque una vez me dijo que le tirara duro a la luna para que me cayera una estrella y así lo hice. Hoy es mi grado y tengo dos boletas, una es para mi mamá y la otra para usted, ¿quiere ir?”.

El sorpresivo discurso era de Juan, el ‘niño problema’, al que Martha recibió y al que como dice ella, “le dio lora” hasta que entendió.

Por estos pequeños triunfos es que ni Martha ni sus colegas cambian su trabajo, y es gracias a su tenacidad, el apoyo de rectores como Guillermo Castro, y el compromiso que la Secretaría de Educación de Bogotá ha tenido con este proyecto, por el que personas como Valentina y Felipe han encontrado un espacio para empezar de nuevo.

Actualmente, 75 colegios implementan este programa en 313 aulas que atienden un total de 6.803 estudiantes. De esta cifra hace parte la joven Valentina que regresó a la escuela para reescribir su historia.

“Si no hubiera sido por esto, seguramente yo seguiría sin hacer nada. Ahora quiero graduarme pronto del colegio y estudiar enfermería. Quiero ayudar como me ayudaron a mí (…) es que salvar vidas, cura el alma”, asegura Valentina, quien repite una y otra vez que el colegio República de México le devolvió la esperanza que ya daba por perdida, le brindó una segunda oportunidad, y esas asegura, “no se ven todos los días”.

Porque una escuela incluyente que atiende y entiende la diferencia, contribuye a hacer de esta ciudad una Bogotá mejor para todos.

Por Paula Andrea Fuentes

Fotos Julio Barrera


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