Fecha de publicación: Vie, 22/05/2020 - 13:39

“El país debe seguir apostando por la cátedra animalista para transformar vidas”

La maestra Andrea Murcia ha liderado el cuidado y la atención de centenares de mascotas desde el aula de clase, convirtiéndose en un ejemplo en la protección de animales en Bogotá. Concienciar a los estudiantes sobre el bienestar animal es su mejor legado. #MiProfeMiHéroe.

La profesora Andrea es licenciada en Ingeniería de sistemas y proteccionista animal. Tiene un magíster en Currículo y Comunidad Social de la Universidad de Chile y, desde hace 13 años, es docente de tecnología en el colegio Delia Zapata Olivella de la localidad de Suba.

El cuidado animal la motivó desde pequeña y ahora, como maestra, transmite esta pasión “con actos intangibles que transforman la vida, no solo de los animales, sino también la vida de los chicos, de sus familias y de una comunidad, que ahora es más educada en la tenencia responsable y en conmiseración con los animales”.

El amor por la vida la llevó a crear el proyecto ‘Amigos de 4 patas’, con el que ella y sus estudiantes crearon el primer hogar de paso de animalismo restaurativo en Colombia, en el que han salvado de las calles y entregado en adopción 504 perros y gatos.

Estudiante dándole agua a unos perritos

Esta iniciativa ha sido varias veces reconocida por su impacto pedagógico y ambiental. En 2012, fue seleccionada como el mejor PRAE Distrital (Proyectos Ambientales Escolares), mención entregada por la Secretaría de Educación y el Jardín Botánico. En 2015, fue escogida por la estrategia Escuelas Transformando Territorios para documentar el proceso de rescate de animales y de empoderamiento social de los estudiantes.

Asimismo, en 2018, recibió la Mención de honor por la protección animal del Concejo de Bogotá, galardón que destacó el impacto de este proyecto para que los estudiantes se enamoren de la vida en las aulas. Finalmente, en 2019, el proyecto participó en el concurso ‘El colegio como escenario del barrio’, ganando en la Noche de los mejores de la educación de Bogotá una asignación presupuestal por parte de la Secretaría de Educación para continuar su desarrollo.

La maestra con su mención de honor

La maestra Andrea Murcia ha tocado la vida de sus estudiantes y ellos a su vez las de cientos de animales de compañía. Hablamos con ella para ahondar en cómo estas acciones de bienestar animal pueden ser una estrategia efectiva para educar mejores seres humanos.

Profe Andrea, desde su perspectiva, ¿qué valores y habilidades se pueden fortalecer y descubrir con la protección de animales?

Los valores que se fomentan en el cuidado animal son la solidaridad, igualdad y la no discriminación. De igual forma, el contacto con ellos facilita la enseñanza de fundamentos sociales como la bondad, la compasión, la responsabilidad y el respeto por la vida.

Estar a cargo de un ser viviente que depende de nosotros estimula la habilidad social de la empatía y lleva implícita la necesidad de vencer el egocentrismo para pensar en el otro.

¿Cómo aporta la experiencia de cuidar animales a que las personas se enamoren de la vida?

Es una experiencia de amor, se evidencia notablemente que el acercamiento amoroso y de cuidado que se realiza en el ejercicio de tenencia responsable de animales. Enamora de la vida y convierte esos detalles pequeños que ya no nos sorprendían en acciones importantes de amor propio y cuidado del otro.

Cito al investigador Jorge Riechmann: “en el encuentro con el animal no humano deberíamos ver una de las formas privilegiadas de encuentro con el otro. Si logramos abrirnos a ese encuentro, puede que se tambalee nuestro injustificable egocentrismo y seamos capaces de resituarnos en el cosmos, modificando nuestra relación ético-política con el mundo natural”.

Los animales y el ambiente están muy relacionados. ¿Por qué cuidar de uno es cuidar del otro?

En nuestro medio ambiente existe una variedad increíble de seres vivos, y es esta biodiversidad la que contribuye directamente a la sostenibilidad de la vida en el planeta. El cuidado de los animales debe ir ligado a todos los aspectos del medio ambiente, es nuestra responsabilidad que esa armonía se mantenga.

Una estudiante acariciando un perrito

Las mascotas aportan mucho más que simple compañía. En ese sentido, ¿las mascotas pueden mejorar la calidad de vida de las personas?

Por supuesto que sí. Expertos determinan que los beneficios de tener un animal de compañía son físicos, psicológicos y mentales. En la salud una investigación de Public Health Reports demostró los beneficios de tener un animal de compañía cuando se sufre de ataques cardiacos.

El contacto y amor por los animales provoca la liberación de oxitocina, la denominada “hormona del amor”, que es la misma que se estimula cuando nos enamoramos. Gracias a esta hormona se reduce el estrés, los episodios violentos y aumentan los estados de felicidad.

Asimismo, evita el sentimiento de soledad, mejora la autoestima, favorece la aceptación y la forma de ver la vida, fomenta la responsabilidad al cuidar y atender una mascota y facilita la interacción con otras personas.

¿Convivir con mascotas vuelve a las personas más sensibles con otro tipo de realidades?

Los animales de compañía sensibilizan porque nos acercan más al otro. Ya no solo se trata de mí, sino de ese ser que depende de mí y que genera miles de sentimientos de bienestar. Esa empatía abre la mente a nuevas realidades.

Si se empodera a niñas, niños y adolescentes sobre temas de cuidado animal, ¿qué efectos tiene desde lo social?

Está demostrado con el proyecto ‘Amigos de 4 patas’ que el empoderamiento ha generado la transformación de la realidad de los estudiantes y su comunidad. El efecto social ha hecho que el rescate de animales en estado de abandono termine en la adopción de estos perros y gatos después de la recuperación que hacen los niños y niñas de una institución educativa.

Estudiantes y profesores

La capacidad de salvar la vida de un vulnerable y dar el protagonismo que merece el estudiante lo engrandece, lo edifica y lo convierte en un actor de cambio. Todo desde un acto de amor.

En su criterio, ¿deberíamos impulsar más programas académicos enfocados a la protección animal?

La cátedra animalista debe darse desde la escuela. Es claro que la educación es la base de la sociedad, debemos aprovechar esa empatía que tienen los niños y niñas por los animales. Ya hemos avanzado en estos aspectos y los resultados han sido favorables: niños empoderados, no solamente en la protección sino en el rescate animal, comprometidos con el otro, sacando del aula el discurso de la ciudadanía y convivencia para llevarlo al escenario de la acción participativa.

En el país hay una política de protección animal. ¿Es suficiente con esta medida para evitar que los abandonen y maltraten?

La legislación colombiana ha dado, quizá, uno de los pasos más importantes y es la creación de Ley de Protección Animal 1774 de 2016, pero es el primero de una serie de normas que deben diseñarse.

Esta ley reconoce a los animales, aunque de forma insípida pero importante, como seres sintientes. La norma de 11 disposiciones confirma que no deben ser tratados como cosas y que debemos proveer una serie de garantías a su favor a través de la tipificación de ciertas conductas. El maltrato no solo se evitará endureciendo las penas sino generando conciencia ciudadana.

Aunque esta ley se caracteriza porque su acción penal es muy limitada, es importante avanzar en una protección abordada a través de una política pública transversal con un campo de acción ambiental, político y cultural.

¿Cree usted que el cuidado animal es una responsabilidad social o es más una lección de vida?

Es una responsabilidad social, desde la experiencia en la restauración de sus derechos, la dignidad de los animales y la participación consciente en este proceso. No obstante, se fomenta la construcción de valores adecuados, propios y únicos desde su contexto, donde el individuo se identifica con su semejante independientemente de la especie.

Esta experiencia los convierte en garantes de los derechos de los animales y nosotros, como docentes, debemos contribuir a generar estos espacios para que nuestros estudiantes tengan una sociedad justa y que, al mismo tiempo, les permita construir capacidades ciudadanas basadas en la equidad, el amor y el respeto.

En esta temporada de cuarentena, ¿cómo se sigue impulsando este proyecto?

El proyecto ‘Amigos de 4 patas’ continúa más fuerte que nunca y está generando espacios de sensibilidad con el medio ambiente durante esta pandemia. Actualmente, tenemos 15 perros en nuestro hogar de paso “Mickey”, los cuales están esperando ser adoptados. Por ahora, están entre los cuidados amorosos de los estudiantes que en esta crisis económica y siguen protegiendo a sus amigos de cuatro patas. La bondad de la comunidad y docentes han aportado con algunos gastos de comida y medicamentos.

De igual forma, continuamos con todas las normas de bioseguridad alimentando a 45 perritos que se encuentran en condición de calle, los invitamos a que nos sigan en el Facebook ‘Amigos de cuatro patas’ para que nos apoyen y se pongan la pata en el corazón.

¡La educación en primer lugar!


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