Fecha de publicación: Jue, 14/05/2020 - 20:54

Los sueños morados de una maestra nominada al ‘Nobel de la educación’

El nombre de la educación pública de Bogotá volvió a brillar en el Global Teacher Prize Award gracias a Sindey Carolina Bernal Villamarín. Una maestra a la que la definen el color morado y la inclusión. Esta es su historia. #MiProfeMiHéroe

Tiene 34 años, una maestría, un doctorado, premios, reconocimientos y experiencias que la definen como una maestra excepcional. Una mujer que inspira, sueña, vive, respira, enseña y siente morado.

Su pelo, su casa, su computador, celular y hasta los vasos en los que toma son de este color. ¿Por qué? Porque a través de este impulsa la inclusión. Ese es su gran distintivo y todos sus estudiantes y conocidos la reconocen por esto.

De hecho, después de uno de los viajes más importantes que tuvo a Corea del Sur, llegó a su salón de clases, donde sus estudiantes habían decorado todo muy morado. “Eso me hizo llorar porque además me felicitaron por el día de la madre, diciéndome que era como una mamá para ellos. Eso a mí me ha marcado muchísimo. Que ellos puedan sentir ese gusto por tener clase conmigo, para mí no tiene precio”.

Carolina en Corea de Sur

Sindey Carolina Bernal Villamarín, orgullosamente maestra del Distrito, viene de una familia en la que el respeto y la no discriminación fueron elementos esenciales de su educación y, si bien el tema de la inclusión siempre la motivó, fueron lo que ella llama “mensajes” lo que la motivaron a hacer de esto su estilo de vida.

Al empezar a estudiar Diseño tecnológico en la Universidad Pedagógica, Sindey dice haber encontrado su primer mensaje. “Tuve un compañero que era sordo. Él tenía su intérprete, pero éste no había llegado. Estábamos en clase y no podíamos empezar porque nadie sabía lenguaje de señas. Yo me sentí súper mal porque no me podía comunicar con él. Entonces, pensé que debía hacer algo y decidí aprender lengua de señas colombiana. Pero después dije: tengo que hacer algo más, y fue ahí cuando llegó la tesis de pregrado, donde quise hacer un software que les permitiera a los oyentes aprender lengua de señas colombiana. Ese fue el primer proyecto y quise seguir en esa línea de la inclusión”.

Luego ingresó a la planta docentes del Distrito, a enseñar en el colegio José María Vargas Vila de Ciudad Bolívar. Allí se encontró con situaciones bastantes particulares, como asegura.

“Tuve clase con los niños de grado 4to y había un niño con bajo nivel auditivo y era degenerativo. Se iba a quedar del todo sordo, pero la familia no sabía, nadie sabía. Nunca había sido tratado médicamente. Cuando cité a la mamá me llamó mucho la atención que ella también tenía un bajo nivel auditivo y me decía que le hablara duro. Entonces era algo heredado y todos los hijos eran así. Para mí esa fue otra señal. Entonces con los chicos empezamos a enseñarle lengua de señas”, cuenta.

LA profe Carolina con estudiantes

Después de eso, tomó la decisión de estudiar su doctorado en Educación inclusiva la Universidad de Baja California. “Quise integrar la tecnología con la inclusión. Cuando se dio la oportunidad de hacer el doctorado y estar en el colegio, una de mis maestras me dijo que, si realmente quería hablar de inclusión, debía ampliar mi panorama, pues la inclusión es para todos. Y ahí en el colegio creé el semillero de investigación, y en la universidad empezamos a crear recursos tecnológicos para todos”.

En sus 12 años de trayectoria docente, Sindey se ha valido de la tecnología para facilitar la inclusión, la enseñanza y el desarrollo de las capacidades y habilidades de sus estudiantes. Creó un dispositivo que captura la voz y la traduce a la lengua de señas colombiana, un sistema inteligente que reconoce señales cerebrales y las traduce a lenguaje escrito y auditivo, audiocuentos con braille y lengua de señas colombiana y realidad aumentada, teclados para computadores con braille y bastones con sensores, entre otro centenar de proyectos.

Y es que la inclusión es un tema que muchos podemos haber escuchado, pero como bien dice esta docente, es algo de lo que no todos nos hemos apropiado. Para la profe Bernal, la inclusión debe ser en todos los ámbitos, para que todos participen desde sus particularidades.

La idea es potenciar las habilidades de todos los estudiantes que están en el aula y hacerlos participar activamente, pues esto es clave en el proceso de inclusión. Si bien parte importante de este proceso inclusivo es aceptar y generar espacios en los que puedan participar personas en condición de discapacidad, esto no debe quedarse en solo “darles el cupo”. La idea es darles la oportunidad de llegar al aprendizaje y al contenido, desde sus habilidades.

Carolina en un salón de computo con estudiantes

Además, algo importante que señala esta docente nominada al Global Teacher Prize 2020 y actual docente del colegio distrital Enrique Olaya Herrera, en Rafael Uribe Uribe, es que la inclusión no es únicamente para personas en condición de discapacidad. La inclusión es entender que todos tenemos formas diferentes de aprender y que es importante reconocer esas diferencias y potenciarlas. Para esto, debe haber estrategias y recursos.

Sindey sueña con un mundo y una Colombia cada vez más morados, pero entiende también que llegar a ese estado ideal de inclusión, es todo un proceso. Y para ella, el primer paso es que los maestros estén convencidos de que sí pueden hacerlo, teniendo apoyo y acompañamiento. Especialmente con recursos educativos y materiales didácticos.

De hecho, en el año 2019 tuvo la oportunidad de acompañar a formar varios maestros de Colombia, con el apoyo del Ministerio de Educación y la Fundación Saldarriaga en el diseño universal para el aprendizaje. Allí pudo ver, de primera mano, el increíble trabajo que hacen los profesores en el aula, pero que estos procesos muchas veces no se sistematizan ya que se buscan hacer para suplir la necesidad del momento.

Así que para hacer de esto un proceso de largo alcance, Sindey considera que debe haber una integración entre educación institutiva, padres de familia, maestros, estudiantes y, claro está, las Secretarías, Ministerio y Gobierno. Además, resalta el importante aspecto de la empatía, pues, según ella cuando uno no se apropia de las cosas, a veces no funcionan. “Hay que meterle el corazón y el interés para que las cosas funcionen mejor”.

Y he ahí uno de los grandes problemas, tal como lo menciona la profe, y es el no ponerse en el lugar del otro, “como no me ha pasado a mí, entonces no me interesa”. Según ella, este es uno de los mayores problemas, no solo de Colombia, sino de varios países. Debemos apropiarnos de las realidades de los demás y dejar de pensar tan individualmente. Esto quiere decir que el proceso de inclusión se debe hacer desde casa. Aquí todos somos actores fundamentales, desde la familia, el colegio, la universidad, el país… desde lo micro, hasta lo macro. Debemos reconocer las realidades de los otros para favorecer los procesos de inclusión”.   

Por ejemplo, Sindey ha logrado motivar, a través de su proyecto, a sus estudiantes de 10º y 11º al hacerles reconocer las realidades de sus compañeros de primaria y las necesidades de estos. La idea es que los adolescentes vean y entiendan cómo, desde su posición, pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de los más pequeños. El objetivo es que sean los jóvenes quienes propongan las ideas para cambiar la realidad de los demás, que creen estrategias de cambio. Que no se queden solo en reconocer que hay diferencias, sino que actúen y hagan cosas para mejorar la realidad de los otros.

Carolina

Y si bien esta docente trabaja con sus niños y universitarios, pues actualmente también es docente en la Universidad del Bosque, es cierto que aún falta mucha gente y mucho país por sensibilizar. Por este motivo, Bernal cree firmemente que el sector productivo colombiano no debería estar desligado del educativo. La idea es que todos estén pensando en cómo ayudar para cambiar las realidades de aquellos que más necesitan. Todos trabajando por un objetivo común: la inclusión.

Uno de los elementos que menciona la profe es el poder valorar la propiedad intelectual colombiana al pensar en proyectos de inclusión, pues “muchas veces buscamos la solución en el exterior, pero allá tienen otros contextos y realidades que hacen que las cosas no se puedan aplicar del todo bien acá. Es mejor reconocer y valorar y apoyar el talento colombiano”.

Sindey tuvo la oportunidad de viajar a Corea del Sur en el año 2018, gracias a la convocatoria ICT Training for Colombian Teachers del Ministerio de Educación y, algo que llamó su atención, fue la interesante integración que tienen del sector educativo con el productivo, pues allá al terminar grado 12, tienen una conexión con el sector productivo a la que llaman work experience. A través de este programa, los chicos tienen la oportunidad de participar en empleos del sector productivo, aplicando sus conocimientos. Lo que buscan es crear propuestas y no sólo replicar.

Sindey cree en la inclusión y agradece a sus estudiantes la oportunidad de creer realmente esto, pues, si bien empezó siendo un enfoque, fue gracias a “sus niños” que pudo reconocer las diferentes formas de ver el aprendizaje y entender que ella puede poner su granito de arena potenciándolos para que entiendan su valor.

Para ella su trabajo es una oportunidad de transformar e inspirar vidas para que las niñas, niños y jóvenes sigan estudiando. Mostrarles que tienen la oportunidad de soñar y cumplir sus metas. Además, reconoce que sus estudiantes la han hecho mejor profe y mejor persona.

Su paso por el colegio en Ciudad Bolívar ha sido de gran inspiración personal. “Yo a veces llegaba a mi casa y me sentía muy triste por las situaciones de mis estudiantes. Pero, a pesar de ello, ellos llegaban al salón sonrientes porque les daba felicidad verlo a uno. Entonces ellos también me enseñaron eso. Que, a pesar de las dificultades, uno se levanta y sigue… es resiliencia. Uno debe sonreírle a la vida y darle color y eso me lo han enseñado ellos”.

Carolina junto a sus estudiantes

La pasión, dedicación y amor de Sindey son algunos de los elementos que dieron paso a su nominación al premio más importante que pueda recibir un docente en el mundo, el Global Teacher Prize. Al enterarse de la noticia, sintió escalofríos, pues fue ahí cuando comprobó la famosa frase “el que persevera alcanza”.

Y si bien su trabajo es más que reconocido, Sindey afirma que la nominación es producto del trabajo en equipo, “porque uno solo no puede”. La postulación al premio no fue nada sencilla. Desde el año pasado vio la convocatoria y le comentó al rector, quien inmediatamente le dijo que se postulara, pues tenía el apoyo de todos. “Para eso necesitábamos apoyo de colegas, del rector, de padres de familia y estudiantes, pues tenían que hacer una carta, en español e inglés, y mostrar toda la evidencia de los proyectos”, cuenta.

De hecho, el proceso no se detiene, porque le siguen pidiendo apoyos y recursos. “En Semana Santa tuve que hacer 3 videos, uno en francés, otro en inglés y otro en español para dar ideas de cómo aprender en casa. A principio de año nos llamaron a entrevista y, a pesar de haber estado en varias entrevistas de convocatorias, yo tenía muchos nervios, me temblaba todo. Pero respondí las preguntas, hice toda la entrevista y dijeron que nos iban avisando”.

Pero el 19 de marzo todo cambió. Al ver el video de la nominación, Sindey lloró de la emoción. Incluso tuvo que dejar a un lado una clase virtual a la que asistía, pues la emoción la tenía completamente embargada. Para ella, esta noticia no era solo en el ámbito personal, era una noticia para el país entero. El primero en felicitarla fue el profesor Alexánder Rubio, quien ahora es director del IDEP, y le dijo: ¡yo sabía!

Para ella, esta es una oportunidad para reconocer que la educación en Colombia también necesita apoyo y que es importantísima. “Además, se puede mostrar al mundo que sí podemos dedicarnos a crecer y potenciar la educación de niñas, niños y jóvenes. Ojalá esta sea la oportunidad de mostrar que se puede creer, crear y enseñar, y demostrar que hay maestros que sí aman enseñar y no lo hacen solo por el dinero”.

Sindey cree que siempre hay un antes y un después de ciertos eventos que le pasan a uno en la vida. “Desde que yo me enteré del Teacher Prize, veo mi mundo y mi salón de clase de una manera diferente. Y tengo esperanza de que cuando pueda volver a los niños, ellos puedan sentir esa misma inspiración”.

Tiene mil experiencias, recuerdos y sueños. Sus estudiantes seguirán siendo su motor y las personas en condición de discapacidad seguirán teniendo grandiosas oportunidades de vida, gracias al corazón e ingenio de Sindey y de todos aquellos a quienes ha logrado contagiar. Todos aquellos que ya sueñan en morado, como ella.

Le invitamos a ver el siguiente video y a disfrutar de una conversación profunda con esta inspiradora maestra, finalista al premio más importante de la educación en el mundo.

¡La educación en primer lugar!

 


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