Fecha de publicación: Lun, 16/05/2016 - 15:44

LA MÁQUINA DEL TIEMPO DEL PROFE MAURICIO FONSECA

En la clase de este docente de primaria, la escuela y la comunidad se unen a través de los más sabios del barrio: los abuelitos, quienes hacen volar la imaginación de los estudiantes con sus historias de vida.

“La historia es más hermosa cuando la cuentan los protagonistas”, asegura el profe Mauricio, quien todos los jueves convierte su salón de clase en una máquina del tiempo.

En este colegio de San Cristóbal, grandes y pequeños viajan por las fantásticas rutas del tradicional ejercicio de narrar y escuchar historias con el proyecto ¿Cuál es tu cuento viejo?, que nació con la idea de hacer de la escuela un lugar de puertas abiertas.

“Siempre he creído que los abuelos son un don de la existencia, son el resumen de los libros y las experiencias de vida, pero tristemente hoy en día han sido dejados a un lado”, comenta el profe Mauricio mientras camina hacia su salón de clases.

Por eso, este proyecto busca integrar a los mayores de la comunidad a los procesos que ocurren dentro de la escuela, y de paso fortalecer los procesos de lectoescritura de sus estudiantes. “Muchos dicen que a los niños no les gusta leer o escribir, pero les fascinan los relatos, se embelesan cuando alguien les narra un cuento o una historia interesante. Entonces ¿por qué no permitir que las historias se las contaran los mismos protagonistas?”, comenta el maestro.

A la puerta del salón de clases de los estudiantes de 4º de primaria llegan con paso sosegado Ana Cecilia Jiménez, Luis Alberto Díaz, Gabriel Barbosa y Elizabeth Gaitán. Cuatro personajes con historias diferentes, pero con la misma dulzura en los ojos y el cabello entrecano, que dan cuenta de la sabiduría que solo el ejercicio de vivir es capaz de acumular. Las niñas y los niños explotan en júbilo y gritan al unísono: ¡Buenos días, abuelitos!

La puerta del salón se cierra y la máquina del tiempo empieza a andar. Ya es hora de escuchar los cuentos de los abuelos. 

Historias que roban sonrisas

- Abuelito Gabriel, ¿Cuál ha sido el día más feliz de su vida?, pregunta la pequeña Karen Vásquez.

- “Esa es fácil. El día que me enamoré”, dice don Gabriel con una gran sonrisa que rápidamente contagia a todos en el salón.

- “Sí, niños – continúa diciendo el abuelito de 69 años-, mi papá siempre decía: ‘nunca se burle de la mujer de la que se enamore’. Y tenía razón, pues niños uno siempre debe respetar a las personas que quiere. Cuando sean grandes deben respetar a la persona con la que estén. Pero ahora también deben hacerlo con sus padres y las personas que los rodean. En cualquier relación siempre debe haber respeto, tolerancia y comprensión porque no somos ni más ni menos que nadie para juzgar o tratar mal a otro. No se les olvide”.

- “No señor”, responden los niños mientras escriben en sus cuadernos lo que escuchan de sus invitados.

Y así, entre las coplas de la abuelita Ana Cecilia, la historia de amor de la dulce Elizabeth, las travesuras de don Luis en su época de acólito en la iglesia del barrio, y los sabios consejos de don Gabriel, el tiempo pasa volando. Y aunque la campana suena y es hora de partir, ni grandes ni pequeños desean terminar con este encuentro que concluye entre abrazos, besos y la promesa por parte de los más pequeños, de escribir las historias que hoy estos cuatro sabios personajes les han contado.

Un maestro hecho por y para la comunidad

Ya son más de 1.000 niñas, niños y abuelitos los que se han dejado contagiar de la magia de este proyecto que ha impactado positivamente a esta comunidad. “Esta aventura nos ha dejado muchas enseñanzas. Ha mejorado los niveles de lectoescritura de mis estudiantes, ha fortalecido sus habilidades comunicativas y les ha enseñado la importancia de respetarnos unos a otros”, cuenta el profe Mauricio.

¿Cuál es tu cuento viejo? también se ha convertido en un ejercicio de construcción de memoria colectiva que ha hecho que los niños reconozcan a las personas que viven en su barrio. “La comunidad se acerca a la escuela y se sienten parte de ella, algo que, para mí, es muy valioso porque soy de los que creen que una escuela que es capaz de reconocer el contexto que la rodea, es una escuela sin miedo y cuando uno no hay miedo, las dificultades son menores porque se trabaja en equipo”, asegura el profesor Mauricio.

Al hablar con los colegas, estudiantes y abuelitos que han hecho parte de este proyecto, se confirma el impacto que ¿Cuál es tu cuento viejo? ha tenido en ellos.

“Este proyecto re significa al abuelo. Para ellos esto no se trata de una actividad más del colegio sino una experiencia que trascendió en su vida gracias, por ejemplo, al libro que publicamos con las historias de ellos escritas por los niños”, señala la profesora Claudia Peralta, una de las docentes que también hace parte de este proyecto, y a la que Mauricio no para de agradecer, al igual que a los docentes Aidé Pedraza, David Saavedra y Germán Avendaño, el rector de esta comunidad educativa.

“El profe es una buena persona, nos enseña mucho y con ¿Cuál es tu cuento viejo? nos ha enseñado mucho más. A mí me demostró lo importante que es estar con la gente que queremos y a respetar a las personas mayores. Nunca me voy a olvidar de él”, dice David Hernández, uno de sus estudiantes.

“Lo que me gusta del profesor es su sinceridad, es una persona muy allegada a los niños y a los padres. Yo vivo muy agradecido con él porque es el profesor de mi nieto y me ha dado mucha alegría que nos incluya en sus clases. Me anhela venir porque yo no hago nada, solo mandaditos en la casa, entonces una mañana como estas me mantiene contento”, dice don Gabriel Barbosa, abuelo de Julián Danilo, otro de los alumnos de Mauricio que sonríe porque sus compañeros de clase conocieron “al mejor abuelito del mundo”, como asegura.

Para Mauricio Fonseca, ser docente es la oportunidad que la vida le dio para llenar este mundo de personas más felices. “A nosotros nos pagan por transformar realidades, ¿a quién puede hacer eso infeliz?, en eso consiste la magia de ser docente. Uno está aquí para los estudiantes, para dar el 200% porque la educación está para servir. Espero pasar hasta el último día de mi vida rodeado de mis niños”, concluye el profesor Mauricio.

Y es por ese compromiso de querer hacer de esta ciudad una Bogotá con lugar para todos, que hoy le decimos ¡Gracias, profe!

Por Paula Andrea Fuentes

Fotos Juan Pablo Duarte


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