Fecha de publicación: Mar, 17/05/2016 - 09:39

EL COLEGIO PÚBLICO QUE ABRIÓ SUS PUERTAS A LA DIVERSIDAD SEXUAL

Conozca el proyecto con el que un colegio masculino de la localidad de Kennedy se construye como un territorio de respeto y tolerancia, libre de hostigamiento escolar contra los estudiantes por su orientación sexual.

Atrás quedaron los días en los que Juan, Camilo y Antonio fueron discriminados en su colegio por su orientación sexual. Esos recreos, en los que otros compañeros los atacaban lanzándoles balones, refrigerios y gritándoles ‘mariquitas’, son solo un mal recuerdo para estos jóvenes que, más que nunca, se sienten seguros de expresar su orientación sexual en una institución educativa que respeta y protege los derechos de todos sus estudiantes.

Se trata del colegio distrital Nicolás Esguerra, de la localidad de Kennedy. Allí, desde hace cuatro años y por iniciativa del profesor Juan de la Cruz Jiménez, un consagrado investigador del hostigamiento escolar, se empezó a gestar una transformación para combatir todo tipo de acoso, especialmente, el llamado ‘bullying homofóbico’, una forma de violencia escolar motivada por la orientación sexual que pocas instituciones educativas han abordado de manera integral.

Derrumbar los prejuicios y sembrar las semillas para la sana convivencia es la batalla diaria de este maestro, que tiene la convicción de que no hay valores más grandes que el respeto y la solidaridad, tal como lo demuestran las palabras que le contestó a uno de sus estudiantes ante la pregunta que muchos hacen sobre su trabajo:

“¿Profesor, por qué, si usted no es gay, se puso a hablar de los derechos de los gays?”, preguntó el joven.

La respuesta del profesor fue simple pero contundente: “uno no tiene que ser discriminado para ser solidario y respetar a quienes están siendo atacados. A ustedes los molestaban por la identidad sexual, pero podría ser por las ideas políticas, por la raza, por muchas cosas. La solidaridad es el máximo nivel del reconocimiento social”.

Con su clase de ética y ciencias sociales, talleres, carteles que se toman todo el colegio y especialmente a través de su ejemplo, este maestro trabaja a diario por su objetivo: lograr que el Nicolás Esguerra sea un territorio libre de discriminación, como lo indica la franja que está en la puerta a la vista de todos los visitantes.

“Diversos e iguales”

Con esta frase, Juan, de grado 10°, explica la esencia de la convivencia en el colegio Nicolás Esguerra. Hoy sabe que definir su orientación sexual es un proceso y que, durante su adolescencia, mientras entiende y conoce sus preferencias, tiene la libertad para expresarse en el colegio, porque “aunque seamos diferentes por el gusto sexual, por la música que escuchamos y por tantas cosas más, todos somos seres humanos iguales en derechos”.

Para él, un joven que sueña con convertirse en artista plástico, el colegio es una segunda casa. Con sus amigos y en las discusiones de las clases, habla con confianza y defiende sus gustos y pensamientos, quizás, con mayor tranquilidad que la que tiene con su familia, en donde aún encuentra resistencia.

A sus 17 años, Antonio, otro de sus compañeros, se define como bisexual y es un abanderado de los derechos de la población LGBTI. “La sociedad aún no permite que seamos totalmente libres con nuestra sexualidad. Abordar este tema con la familia es muy difícil, pero al menos en el colegio ha habido un gran avance. Ya no nos lanzan frutas, ni nos gritan. En el colegio podemos ser, respetando y siendo respetados”, dice con su tono de voz alegre y despreocupado.

Además, añade que esto es muy significativo, teniendo en cuenta que "en los colegios masculinos hay muchos prejuicios sobre tener una orientación diferente a la heterosexual. Y muchas veces piensan que, porque eres diferente en esto, te tienes que someter a burlas y maltrato. Acá demostramos que no es así".

Sobre el trabajo del profe Juan de la Cruz, aseguran que es él quien permite transformar muchos prejuicios que vienen de la formación que los jóvenes reciben en casa. “Algunos compañeros no querían hacer trabajos con los estudiantes gay porque pensaban que la homosexualidad era contagiosa. Muchos no entendían, pensaban que estábamos enfermos y por eso nos rechazaban, pero el programa ‘anti-bullying’ combatió todos estos prejuicios”, asegura Antonio.

El profe que le dijo ‘no’ al hostigamiento escolar

“¿Ser gay es un delito o un pecado?”, pregunta Juan de la Cruz en su clase, a los estudiantes de grado 8°. Les explica que la orientación sexual de cada persona es una construcción que se da a lo largo de la vida y que siempre debe ser respetada.

Con el proyecto de mitigación de la homofobia y el hostigamiento escolar, este maestro tiene el propósito de sembrar ideas ‘anti-bullying’ y ‘anti-homofóbicas’ en los estudiantes y docentes del colegio, además de prevenir y atender los casos que son detectados en esta dirección.

Aunque hablar de la homosexualidad en un lugar donde nunca se había hecho trajo consecuencias negativas en el comienzo –principalmente por lo difícil que es derrumbar prejuicios y cambiar mentalidades–,este proyecto ha sido reconocido por diferentes premios, así como por profesores y rectores de otras instituciones educativas interesadas en profundizar y combatir el acoso escolar homofóbico. “Hemos sido atacados, pero especialmente, hemos sido felicitados”, resalta con alegría el maestro.

Su sueño es que la educación sea incluyente, sin lugar a discriminación alguna. “Desde la escuela y la educación, estamos dando la pelea por la inclusión de la diversidad sexual”, explica el profe Juan de la Cruz. Tiene la certeza que su proyecto de prevención y mediación tiene un impacto positivo en esta comunidad educativa. “Respetar la diferencia trae paz: esa es la huella y el legado que quiero dejar en el mundo y en mis estudiantes”, concluye.

Para sus estudiantes, es claro este mensaje. “En el colegio nos tienen que enseñar sobre la diferencia. De género, raza o sexual. El Nicolás Esguerra es diverso, como lo es la ciudad, Colombia y el mundo entero”, concluyen los jóvenes, ahora empoderados de esta iniciativa que cambió sus vidas y la convivencia escolar y con la que esperan lograr que Bogotá sea una ciudad más incluyente y respetuosa de las personas LGBTI.

Por Diana Corzo

Fotos Andrés Valenzuela


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