Fecha de publicación: Lun, 21/11/2016 - 15:25

EL NUEVO RÉCORD MUNDIAL DEL COLEGIO PÚBLICO RODRIGO LARA BONILLA

Con la ‘Sesión de yoga más larga del mundo’, esta institución de Ciudad Bolívar busca inscribirse por segunda vez en el libro de los Guinness.

Alexander Rubio, docente de educación física del colegio público de Ciudad Bolívar Rodrigo Lara Bonilla desde hace 17 años y maestro yoga certificado, dirigió la que por ahora es la ‘Sesión de Yoga más Larga del Mundo’ (The Longest Yoga Lesson).

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Superando las 30 horas y 33 minutos que ostentaba el maestro hindú Vishwanath Kulkarni desde abril de 2015, durante 36 horas consecutivas 30 ‘yoguis’ de la educación pública realizaron 1200 posiciones, y ahora esperan inscribir nuevamente el nombre de la institución en el libro de los Guinness World Records.

Durante un día y medio, sin importar el frío, el hambre y el agotamiento, los estudiantes se conectaron con su ‘ser profundo’. Una impresionante hazaña, que se llevó a cabo en las instalaciones del colegio, donde la concentración y el arduo entrenamiento fueron determinantes.

“Este es un ejercicio de paz desde el reconocimiento del cuerpo, una forma de conectarse con el espíritu y de hallar la paz interior utilizando el cuerpo y la mente como herramientas. Es un ejercicio para enseñar a estos jóvenes a respirar, a pensar, a encontrar la calma en medio del ruido”, cuenta Alexander, quien junto al docente Nelson Garzón, lideran el área de expresión corporal de la institución que hizo posible esta hazaña.

Las motivaciones de este grupo de estudiantes van más de romper un récord y ganar un premio, según ellos, actividades como estas les permiten probar sus destrezas, llevar sus cuerpos y mentes al límite y a trabajar colectivamente para lograr impresionantes hazañas y medirse a retos de gran magnitud.

Por medio del deporte, la actividad física y las iniciativas ‘con miras globales’ como esta, esta comunidad busca acabar con los estigmas sociales y demostrar a la ciudad y al mundo que los jóvenes capitalinos, sin importar las dificultades y las limitaciones, son capaces de lograr cosas increíbles.

Rompiendo marcas y transformando realidades

El colegio Rodrigo Lara Bonilla no es ‘novato’ en esto de las marcas mundiales. En abril del año pasado, esta comunidad educativa inscribió su nombre, por primera vez, en el libro de los Guinness Récords al lograr hacer la cadena de percusión corporal más grande del mundo con 1042 personas (entre estudiantes, profesores y padres de familia).

Para estos jóvenes en formación y sus docentes, la actividad física, la meditación y el yoga se han convertido en herramientas para transformar la mentalidad de los estudiantes, para inyectarles una alta dosis de motivación y para inspirarlos a dar lo mejor de sí.

Kraken Alvarado, estudiante de la institución y participante del récord, dice que el camino de la meditación y el yoga le han servido para abrir la percepción a otros escenarios y posibilidades y para adquirir dominio sobre su cuerpo y sobre su mente.

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“Si puedo hacer 36 horas consecutivas de yoga, puedo hacer cualquier cosa – afirma con pasión este joven estudiante –. Lo más difícil son las primeras 3 horas. Cuando uno pasa esa barrera, el cansancio y el aburrimiento desaparecen y la mente queda como en blanco y uno se siente lleno de paz y tranquilidad”.

Ese arduo entrenamiento, ese profundo conocimiento del ser y del cuerpo que se adquiere practicando yoga, se extiende a todos los aspectos de la vida de estos jóvenes ‘yoguis’. Según Paula Páez, “el yoga me ha revelado un profundo conocimiento de mí misma. El yoga y la meditación me han enseñado a tener el control. Si yo tengo el control durante una posición de yoga, tengo el control sobre cualquier situación. También me ha ayudado mucho en términos de salud, yo tengo epilepsia y desde que practico yoga no he tenido ataques”.

“La gente nos dice que estamos ‘locos’ por intentar cosas como estas, pero es muy chévere retarse a uno mismo y conocer sus límites y capacidades. Además, es muy bacano mostrarle al mundo que nosotros, los de ‘estratos bajos’, podemos hacer cosas increíbles y que aquí en Ciudad Bolívar no todo es droga y violencia”, destaca José Gutiérrez, exalumno de la institución y ‘yogui’ apasionado.

Luego de 36 horas consecutivas de yoga, el cuerpo de estos jóvenes quedó exhausto, pero su mente y su corazón salieron fortalecidos tras haberse demostrado a ellos mismos que los límites solo existen en la mente.


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