Fecha de publicación: Lun, 22/05/2017 - 15:40

EDUCACIÓN FLEXIBLE: JÓVENES CON UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD EN LA ESCUELA

Más de 8 mil jóvenes han regresado a las aulas durante el gobierno ‘Bogotá Mejor para Todos’ gracias a los modelos educativos flexibles que ofrece la ciudad. Esta es la historia de Alice y Andrés, ejemplo de que siempre es posible cumplir los sueños.

Con 22 y 19 años, Alice y Andrés Felipe son dos jóvenes que se salieron de la trayectoria esperada. Saben que, por sus diferencias y contextos, no encajaron en lo que se puede considerar como una vida convencional.

Son seres humanos que, como lo describiría Gabriel García Márquez, no nacieron para siempre el día en que sus madres los alumbraron, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez. Entre dificultades y sacrificios.

Así, como si se tratara de un difícil parto, Andrés Felipe Ladino, un joven de baja estatura y piel morena, armado de una voz pausada y una actitud humilde, salía a la calle a empujar un carro para vender refrescos y a esperar bajo el puente del barrio La Despensa, en el límite que divide a Bogotá con el municipio de Soacha, las escasas ganancias de un negocio ajeno.

Con sus manos aferradas a un carrito de helados, luchaba por dejar atrás un triste pasado que lo había llevado a la ciudad de Manizales, tras la sombra de la droga. Pero como un llamado divino que le hizo recordar su ciudad natal y sus sueños, regresó a Bogotá para luchar una vez más y retomar su camino.

Ese mismo camino que, durante un día de trabajo que parecía normal, trajo directo a su carrito a la profesora Diana.

Al igual que sus otros compañeros docentes tutores, ella salió a la calle a una jornada rutinaria de búsqueda de jóvenes y esa tarde de 2016 se encontró con Andrés Felipe y lo invitó a volver al colegio: el Cedid San Pablo de la localidad de Bosa, uno de los 15 establecimientos educativos oficiales de Bogotá que ofrecen educación flexible.

“Estaba vendiendo helados y de pronto se acercó y me preguntó que si había terminado el colegio, que había una oportunidad de volver a estudiar. De inmediato me animé porque yo sabía que quería graduarme y que esa era mi oportunidad de volver a empezar”, recuerda Andrés.

Un llamado parecido recibió Alice Brigitte Corzo. Una joven bogotana alta y delgada, con una prominente sonrisa, quien también tuvo su segunda oportunidad para estudiar. Aunque como cuenta, no fue nada fácil debido a su especial condición.

Sentada junto a su madre y con una notable tranquilidad, dice que lo que a sus 7 meses de edad era una esporádica falta de respiración, a los 10 años se manifestó como el síndrome de Marfan: una enfermedad relacionada con los tejidos orgánicos del cuerpo que afecta el esqueleto, los pulmones, los ojos, el corazón y los vasos sanguíneos.

“Son como bolsas de agua o de aire que con cualquier movimiento brusco pueden explotar y generarme una crisis”, explica Alice. Los cambios bruscos de clima, el frío y las citas médicas, no jugaban a su favor y, por eso, a los 17 años ella y su madre debieron tomar la difícil decisión de abandonar el colegio.

“Fue difícil porque en un colegio normal no me recibían por el oxígeno y por los riesgos que tenía el manejo de mi enfermedad. Así que empezó a pasar el tiempo sin que yo pudiera volver a estudiar”, recuerda Alice, quien por recomendación de su hermana Alejandra y de su madre María, a las que ella llama sus fieles amigas, se atrevieron a buscar un cupo para estudiar en el Modelo Educativo Flexible Grupos Juveniles Creativos del Colegio Marruecos y Molinos.

Sepa más: Grupos Juveniles Creativos: una estrategia para cumplir sueños

Volver a estudiar fue un desafío para Alice, debido a los cuidados que requiere su enfermedad y para Andrés Felipe por su difícil condición económica. Pero lo lograron. Ambos se ajustaron a los horarios nocturnos entre semana y diurnos los fines de semana, y junto a sus compañeros y maestros se dedicaron a perseguir, como si no hubiera una nueva oportunidad, el anhelado sueño de graduarse como bachilleres.

Una apuesta por el derecho a soñar

Estudiantes con toga y birrete

De cada 100 niñas y niños que inician su educación preescolar en Bogotá, cerca de 90 logran graduarse como bachilleres. El restante 10% abandona su trayectoria educativa antes de terminar el grado undécimo. Esta situación se presenta especialmente a partir de 6° grado y afecta a los estudiantes de menores condiciones socioeconómicas.

Aunque las cifras de la capital son, por varios puntos, mucho más alentadoras que en otras ciudades del país (en donde cerca de 23% de una cohorte de estudiantes deja sus estudios por conforme a los resultados de la Encuesta de Calidad de Vida del DANE), esta realidad ha llevado al gobierno distrital y a la educación pública de la ciudad a diseñar estrategias que permitan que esta brecha de desigualdad se reduzca y se garanticen trayectorias educativas completas.

Tras esa apuesta, desde el 2016 Bogotá ha dispuesto que, además de las instalaciones de los colegios oficiales se utilicen las casas de la cultura, los centros de desarrollo comunitario y las bibliotecas, en otros, con el fin de garantizar el derecho a la educación de personas desescolarizadas. El resultado: 8 mil estudiantes vinculados a metodologías flexibles y estrategias semi-escolarizadas, cursando ciclos educativos entre 1° de primaria y grado 11 y terminando sus estudios con el apoyo del Distrito.

Así lo hicieron Alice, Andrés Felipe y otros 363 estudiantes, durante el mes de abril, quienes celebraron con un birrete en sus cabezas y un diploma en la mano, los resultados de esta apuesta mancomunada de la ciudad entre docentes, padres de familia, directivos y estudiantes por el derecho a soñar una vida diferente, una vida mejor.

El director de Cobertura

“Queremos decir desde esta ‘Bogotá Mejor Para Todos’ que las segundas oportunidades son posibles. Esta es una que actualmente están aprovechando más de 8 mil estudiantes, pero queremos que la cifra se amplíe a los 14 mil para el final de esta administración”, asegura la secretaria de Educación del Distrito, María Victoria Angulo.

Durante la ceremonia de graduación, el director de Cobertura de la entidad reconoció que se debe reconocer el esfuerzo entre la población perteneciente a los modelos educativos flexibles implementados por el Distrito: “es difícil no reconocer el esfuerzo, la dedicación y el trabajo de para sacar adelante sus estudios académicos. Este esfuerzo también se reconoce a padres de familia, docentes y directivos de las localidades de Antonio Nariño, Puente Aranda, Santafé, San Cristóbal, Usme, Bosa, Engativá, Kennedy, Rafael Uribe Uribe, Suba y Usaquén, en quienes el Distrito se ha apoyado para sacar adelante estas estrategias educativas”.

La puerta a una nueva vida

A la salida del recinto de graduaciones Andrés Felipe y Alice vuelven a tomar un respiro. Los sueños están más vivos que nunca. Él los tiene fijados en la psicología para inspirar a las personas a cumplir sus sueños y ella en la ingeniería electrónica y el arte como un reto que la lleva a superarse cada día.

El estudiante Andrés Felipe y su mamá junto al diploma de grado

“En muchas ocasiones fue complicado. Fueron muchos sacrificios y desvelos, pero me llené de responsabilidad y de sueños. Toca seguir luchando, nunca rendirse. Seguir siempre adelante. Uno tiene que decidirse a aportarle a la sociedad y a este país”, afirma Andrés.

“Pensé que no iba a ser capaz. Pero tuve un gran apoyo en mi familia y en los profesores. Al final pude sacar mis estudios y celebrar que hoy soy bachiller”, concluye con una sonrisa Alice.

La estudiante Alice sosteniendo su diploma de grado

Los rectores de las dos instituciones en las que se formaron estos dos estudiantes gracias a su decisión de hacer parte de los modelos educativos flexibles del Distrito, también dieron sus mensajes a los jóvenes.

“Felicito a estos 363 estudiantes por su deseo de salir adelante y de lograr este título de bachilleres. Es un paso muy valioso que a través de sacrificios los llevará a cumplir sus propósitos”, aseguró María Calderón, rectora del colegio Cedid San Pablo de Bosa.

“Nuestro objetivo fue que los estudiantes encontraran en la institución Marruecos y Molinos maestros abiertos a escucharlos y a apoyarlos. Eso generó confianza entre los estudiantes para culminar sus estudios en este proyecto. Sentimos un gran compromiso con la educación de la ciudad y más con esta población que tanto lo necesita”, señaló el rector Luis Eduardo Hurtado.

Por David Esteban Pineda

Fotos Andrés Valenzuela

Porque una ciudad educadora es una Bogotá mejor para todos.


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