Fecha de publicación: Mié, 21/04/2021 - 11:32

La alegría de volver al colegio… ¡al triple!

En la casa de los Ocampo Peña, todo se vive al triple: las tareas, los juegos y, por supuesto, la felicidad. Así vivieron la alegría de volver a las aulas.

Nicol y Jaime son mellizos. Tienen 10 años y están en quinto grado en el colegio Débora Arango Pérez de la localidad de Bosa. Kevin, el hermano mayor, cursa grado noveno en el mismo colegio. Son los tres hijos de Martha Peña, madre soltera de 41 años y recuperadora de materiales reciclables, quien define la experiencia del aislamiento con una palabra sencilla pero contundente: “difícil”.

Por eso, la noticia de que sus tres hijos iban a regresar a clases presenciales, luego de un año de tomarlas a través de un celular prestado, fue de gran felicidad. "En la casa tienen muchas distracciones y estando en el colegio pueden estar mejor, estar atentos y aprender más".

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Martha cuenta que la experiencia del año pasado con el estudio remoto de sus hijos fue un reto para todos: “ellos no prestaban atención a las clases, yo no entendía el manejo de la plataforma y por mi trabajo no podía estar pendiente".                                                  

Pero, gracias al Plan de Reapertura Gradual, Progresiva y Segura de Bogotá, desde la semana del 8 de marzo, los mellizos regresaron a las aulas, pues en el colegio Débora Arango, como en casi todos los de la ciudad, se priorizó el regreso de los estudiantes más pequeños. Kevin ya tuvo sus primeros días de presencialidad y espera ansioso a que baje el tercer pico de la pandemia para volver más días, más tiempo.

 

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Y volver es lo mejor que les ha pasado, como dice Martha, quien asegura que ahora sus hijos están más activos, pues les hacía falta estar en contacto con otras personas y el encierro les estaba afectado. “Ahora tienen otro semblante, están más motivados, los veo más juiciosos con las tareas y están más pendientes de todo; además veo que están volviendo a retomar sus responsabilidades: alistar su uniforme, los cuadernos, etc.".

Jaime, uno de los mellizos, dice que está muy feliz por ver a los 13 compañeros de clases con los que se ha encontrado y, además, ha sido muy especial "sentir el buen trato de mis profesoras, extrañaba mucho ver a mis compañeros y asistir a la clase de Sociales que es mi favorita", además agrega que ha notado que sus compañeros crecieron y están más grandes.

Cuenta Martha que han tenido una profesora excepcional que está pendiente de todo y eso les ayuda más en este proceso. Ella es la maestra Mercedes Zambrano Acero, la profe Merceditas, como le dicen sus compañeros de cariño, quien dicta la clase de Ciencias Naturales en primaria.

Recuerda que la experiencia de los niños Ocampo en la no presencialidad fue “muy frustrante”, no porque no tuvieran la conexión sino por el hecho de no tener el acompañamiento necesario en la casa.

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Porque, si bien Martha está muy atenta a ellos, como muchos padres de familia no puede dedicarse 100 % por su trabajo y tuvo dificultades con la tecnología.

Cuando se anunció que los niños regresarían, dudó un poco, pero al conocer la aplicación de los protocolos cambió de opinión y dio el consentimiento. La profe comenta que "ella mostró mucha felicidad al saber que volverían porque sabe que mientras ella está en el trabajo, en el colegio sus hijos están bien y aprendiendo y eso le da mucha tranquilidad".

La profe Merceditas cuenta que, desde que los hermanos Ocampo volvieron, ha notado el cambio, "veo en ellos mucha dedicación, si no entienden preguntan, interactúan, son líderes… Percibo en general que los niños le apuestan a la presencialidad porque la parte humana y el contacto para ellos es muy importante".

Y asegura que Nicol y Jaime son de esos estudiantes efusivos y expresivos, “pero cuando se dio la virtualidad ellos tendieron a aislarse. Ahora que nos encontramos observo que desde lo pedagógico hay cosas por fortalecer, sin embargo, mantienen la alegría".

Con gran efusividad, la profe exalta que Jaime es un líder que vive el entusiasmo y lo trasmite a su alrededor, y que lo más valioso es verlos expresar sus emociones y sus ganas de compartir en medio de la distancia de los dos metros, "los he visto más abiertos y admirados por sus compañeros y por las clases".

Para Nicol, la felicidad tiene qué ver con su posibilidad de ser parte, de participar. "Estoy feliz porque ahora puedo levantar la mano y la profe me da la palabra. Pero, además, hemos hecho pausas activas, hemos hablado con la profesora sobre los cuidados que debemos tener para protegernos como el uso del tapabocas, lavamos las manos y estar distanciados".

Martha cree que volver a las clases presenciales significa que sus hijos "están aprendiendo mucho mejor y hay la tranquilidad que el colegio está cumpliendo todos los protocolos de bioseguridad muy bien". Ahora el deseo de los mellizos es poder hablar con sus compañeros sin distancia de dos metros y no tener que usar tapabocas.

 

El chip de la adaptación en las niñas y los niños

La maestra Mercedes lleva 33 en la docencia y 13 años en el colegio Débora Arango. Dice, con una voz que muestra la dulzura con la trata a sus estudiantes, que esta experiencia ha sido muy grata, "me siento muy emocionada ver la alegría de los niños a pesar del distanciamiento, ir al colegio es una motivación para ellos".

Para esta maestra, una de las enseñanzas de esta pandemia ha sido notar la capacidad de resiliencia que han tenido sus estudiantes para enfrentar la situación, "tienen el chip de la adaptación, ir a su colegio es motivo de felicidad, llegan puntuales, interactúan entre ellos así sea a distancia de dos metros, para mí esto es maravilloso".

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Por eso, la experiencia de la reapertura ha sido de múltiples aprendizajes: "los niños nos están enseñando muchas cosas: pensamiento positivo, motivador y optimista. Ellos nos están dando tranquilidad en medio de las circunstancias, si se quisiera profundizar en la resiliencia, este grupo de estudiantes es el ejemplo".

Porque para esta profe de Ciencias Naturales haber vivido esta situación de aislamiento le ha cambiado el valor que tiene la escuela, no solo para los estudiantes sino para los maestros y a los padres y asegura que a las familias han aprendido y ahora reconocen el rol que tiene el maestro en la vida de los niños.

Como anécdota, la profe Mercedes cuenta que, luego de 10 días de estar en presencialidad, en una reunión de profesores le hicieron la pregunta: "¿Cómo te has sentido?". Con gran efusividad dice "yo dije, feliz de ver los niños cómo aman su colegio, en algún momento los niños iban por les tocaba, pero hoy los niños van porque les encanta".

Para los niños regresar al colegio ha sido una experiencia emocionante y además están pendientes de su autocuidado. "He visto niños que traen alcohol y una toallita y constantemente están limpiando su pupitre, además han sido muy juiciosos con el distanciamiento: siempre que alguien se acerca levantan los brazos, para ellos eso ya es un código de distanciamiento social".

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El mensaje que la profesora Mercedes le da a las familias es una invitación a escuchar a sus hijos, "porque, aunque los niños no tienen la experiencia de los adultos, muestran gran confianza y sabiduría, y los adultos estamos también en capacidad de depositar confianza en ellos, porque ellos entienden lo que se vivió el año pasado y lo que se está viendo ahora. No debemos subestimar su sentido de autocuidado".

 

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