Fecha de publicación: Mar, 24/01/2023 - 18:28

Conozca el colegio que les dio la bienvenida a sus estudiantes entre mascotas, plantas y baile

#VolverAlColeEs emocionante. Ver nuevamente a los amigos, a los profes, recorrer salones, jugar en las canchas y esperar con ansias el recreo es un privilegio para las y los estudiantes de hoy y un recuerdo maravilloso para quienes ya pasamos por esa etapa.

En esta crónica revivimos la jornada que se desarrolló en el colegio Delia Zapata Olivella durante la fiesta del regreso.

-       Estoy muy contenta porque no solo volví a ver a mis compañeros y profes, sino también a mis plantas.

-       ¿Plantas?, le pregunto asombrado mientras de fondo suena música tropical y un animador organiza a estudiantes, docentes, mamás y papás reunidos en la plazoleta principal del colegio Delia Zapata Olivella, ubicado en la localidad de Suba, durante el primer día de clases de 2023.

-       Sí, plantas, me responde Sara Johana Camacho, una estudiante de grado cuarto, trenzas, sudadera azul y una conciencia ambiental envidiable. Las vacaciones son chéveres, lo único malo es que abandono mucho la huerta escolar. Por eso hoy estoy feliz, por volverlas a ver, por poder echarles agua y cuidarlas. Las niñas y niños debemos salvar el mundo y hacerlo renacer, me dice.

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Junto a Sara están Martín Garzón, Samuel Guerrero, Mariana Márquez y Esteban Serrano. No superan los 10 años, todos tienen en común el amor por la naturaleza y, orgullosos de su trabajo, me llevan a conocer la huerta, un espacio verde y fértil ubicado en la parte trasera del colegio, en el que siembran repollo, coliflor, acelga, lechuga, papa criolla, remolacha, zanahoria y muchos más alimentos.

La profe Flor López es la líder de este grupo ambientalista. Viste pantalón negro, bata de colores y en su rostro una expresión maternal que me hace comprender el éxito de la huerta escolar.

-       Así hemos venido fomentando con los niños el amor por la naturaleza. Ellos ya están conscientes de que los plásticos le hacen demasiado daño al planeta y que el futuro depende de cuidar nuestros recursos.

A pocos metros se escuchan ladridos. El ruido se mezcla con la voz del animador, que sigue con su labor en la plazoleta principal. Recorro los pasillos del colegio en búsqueda de los perros y me encuentro con los ‘Amigos de 4 patas’, ese famoso y loable proyecto que ha distinguido a toda la comunidad educativa del Delia Zapata.

Entre profes y estudiantes recogen -o reciben, según sea el caso- a mascotas que han sido abandonadas o que necesitan un hogar. Allí, en pleno colegio público los animales encuentran lo que más necesitan: amor, comida y un techo.

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El que más me llama la atención es Coco, un Cocker Spaniel que parece asustado. –Es normal, me responde la profe Francia Pava, quien me cuenta que al animalito lo dejaron en la puerta del colegio hace dos semanas porque no lo querían tener más -aunque parezca increíble-.

La estadía de Beto, otro de los perros, ha sido más extensa. Lleva ocho años en el colegio. Ya está viejo porque late ‘echao’ y tiene mirada cansada. Llegó sin pelo y con la piel quemada, tal vez, por culpa de un antiguo amo maltratador. Lo acaricio y es dulce y me huele.

-       Hoy está contento, me dice uno de los estudiantes a cargo de Beto. Está feliz de vernos y de ver el colegio lleno. Le gusta ver estudiantes y profes. Esta es su casa y nosotros su familia.

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Beto alza las orejas en señal de alerta. Esta vez la bulla viene del parqueadero por la llegada al colegio de la alcaldesa Mayor de Bogotá, Claudia López Hernández, quien camina por la institución, observa la huerta escolar, visita a los ‘Amigos de 4 patas’, recorre una galería de arte hecha por estudiantes artistas y, finalmente, llega a la plazoleta principal para encabezar, junto con la profe Edna Bonilla, secretaria de Educación, la fiesta de bienvenida a toda la comunidad educativa.

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En ese trayecto me encuentro nuevamente con Esteban Serrano, el estudiante de la profe Flor María, quien, muy emocionado, me enseña un autógrafo que le había dado la alcaldesa. Luego me pide que vea sus dibujos. Al detallarlos noto un talento singular, pero nuestra charla es interrumpida por un grupo de danzas que irrumpe en el escenario.

Son estudiantes de décimo y once que no pueden defraudar. Es menester hacerle honor a su colegio, ese que lleva como nombre Delia Zapata Olivella, en homenaje a la bailarina, folclorista y profesora colombiana que desarrolló su arte en las costas Atlántica y Pacífica.

 

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Los jóvenes bailan cumbia, electro cumbia y champeta. Al terminar hay consenso entre el público y todos y todas estallan en aplausos reconociendo el talento de los ‘pelados’.

A los aplausos se le suma una lluvia de papeles blancos que terminan de darle a la ocasión una connotación festiva, de alegría pura y genuina, esa que en ocasiones no se puede explicar, pero que todos terminamos de entender cuando recordamos lo que sentíamos ese primer día de clases.

 

Por: Ángel Andrés Aguilar Forero

¡La educación en primer lugar!


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