Fecha de publicación: Lun, 29/06/2020 - 12:16

Retos y superhéroes para aprender desde el hogar

El confinamiento ha traído dificultades para que muchos estudiantes se conecten a sus clases. Los súper maestros del colegio Nueva Esperanza de Usme diseñaron retos para que todos se conecten a la educación. Esta es su historia.

Como si de un cómic se tratara, con capa al hombro y el súper poder de la pasión por la enseñanza, docentes y directivos del colegio Nueva Esperanza convirtieron sus clases en interesantes retos para motivar a sus estudiantes a la resolución de problemas y al desarrollo de competencias que les permitan mantenerse activos y en constante desarrollo estando en casa.

Para lograrlo, uno de los aspectos que más tuvieron en cuenta fue el de las condiciones socioeconómicas de su población estudiantil. Por lo tanto, buscaron la forma para que el complejo acceso a medios tecnológicos no fuera un impedimento para recibir un rigor académico propio de una educación tradicional y presencial.

Cada director de grupo está encargado de llamar uno a uno a sus estudiantes para determinar las posibilidades de conectividad. De ahí se generó la novedosa iniciativa, en la cual los elementos del hogar permiten a los niños desarrollar sus competencias por medio de actividades dinámicas, en las que, como en cualquier película de superhéroes, la familia está presente en todo este rico mundo del aprendizaje.

Cada semana los campos disciplinares del colegio están encargados de definir el desafío que será presentado a los alumnos. El subtema es luego definido en equipo. Para el buen desarrollo y evidencia de los desafíos, se debe ser claro y consciente de las condiciones de conexión de los estudiantes.

La ‘Maestra Maravilla’

Diana González, profesora de inglés cuenta cómo ha sido su experiencia enseñando a distancia y, especialmente, retando a sus estudiantes.

El vestir de superhéroe ha sido una experiencia fantástica, pues tanto ella como sus alumnos usan su disfraz a la hora de aprender. Ella, disfrazada de Mujer Maravilla, invita a sus estudiantes a retos semanales.

Por ejemplo, uno de los retos que recuerda con más cariño, fue el deletrear los nombres de cada uno en inglés. Los niños usaron su ingenio, disfraces y recursos para responder a este reto planteado por su profe-maravilla.

 

 

Si bien la estrategia ‘Aprende en casa’ ha sido el eje bajo el cual el colegio Nueva Esperanza se ha regido desde que el confinamiento empezó en la capital, el haber adaptado esto a desafíos ha hecho que los estudiantes sean partícipes de la experiencia, pues la conectividad y realidad social de cada uno de los alumnos se tiene realmente en cuenta.

Para Diana, esta es una estrategia fabulosa e, incluso, cuando vuelva al colegio, quiere seguir trabajando así, por misiones. Para ella lo emocionante de pensar en mezclar lo presencial con las misiones, es que van a poder presentar todo en el salón de clases. Además, ha encontrado que esta manera de enseñar ha motivado mucho más a los niños.

La distancia une

La profe Diana, quien siempre tuvo el sueño de enseñar este idioma a distancia, ahora dice que no lo haría, pues “esto le quita la esencia a lo que para mí tiene esta profesión y son los vínculos que se pueden establecer a través de esas interacciones que se dan en el salón de clase. Yo recuerdo mucho esas pequeñas historias que los niños me van contando mientras yo les pego por ejemplo sus guías en el cuaderno”.

Esta lejanía física de sus estudiantes la ha hecho sentir extraña y melancólica, pero también siente enorme felicidad al recibir los videos de sus alumnos. “Cuando le escribí la primera vez a los papás por WhatsApp, lo que más recibí fueron audios de los niños diciendo: ¡Teacher, te extrañamos! ¡Qué alegría verte y escucharte! Entonces eso me ha hecho feliz. He podido ver que ellos hacen su mayor esfuerzo por cumplir con lo que yo les pido y eso me emociona”.

James Robledo, profesor de Ciencias Naturales y Educación Ambiental de esta misma institución, manifiesta que ha sido maravilloso ver que “la distancia realmente nos hizo encontrarnos de nuevo con las familias de los estudiantes, con el barrio en el que viven, con el contexto social, con actores que nos pueden apoyar en este proceso de educación. Más que procesos de aprendizaje de cada campo de pensamiento, se ha convertido en un proceso de formación y transformación social, no solamente para los estudiantes, sino también para los docentes”.

La familia es parte del proceso

Algo que emociona tanto a profesores como a alumnos es la participación familiar que estos desafíos han generado. Valentina Poloche, estudiante de grado sexto, resalta este aspecto.

“Lo que más me gusta de los desafíos es que se puede compartir en familia, que son entretenidos y educativos. Son desafíos fáciles para resolver”, cuenta. Pero, aunque los desafíos hayan dado buenos resultados y sean agradables para los alumnos, Valentina también afirma extrañar sus clases presenciales, pues la convivencia con maestros, estudiantes y la oportunidad de aprender en el aula, le hacen falta.

Para Laura Juliana, estudiante de grado cuarto, lo que más disfruta de los desafíos es desarrollarlos, aprender bien las actividades y hacer los videos. Y, aunque para ella algunos retos han sido fáciles y otros no tanto, Laura siempre pone su mayor esfuerzo para realizarlos de la mejor manera. Sin embargo, ella concuerda con su compañera Valentina, pues sus compañeros, los juegos con sus amigas y los profesores son lo que más extraña.

Tal como resalta el profe Robledo, “la palabra desafío no solo es un reto para todos, sino es un reto que nos hace reflexionar frente a lo que está pasando y esto nos ha hecho unir para generar esa triada entre maestro, estudiante, y familia”.

Estos ejemplos son una clara demostración de trabajo en equipo, de fortaleza y reinvención. El Colegio Nueva Esperanza, así como muchos colegios en Bogotá, han encontrado diversas maneras de acercarse a niños, niñas, jóvenes y adolescentes de los colegios quienes, por ahora, aprenden en casa.

¡La educación en primer lugar!


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