Fecha de publicación: Jue, 04/06/2015 - 15:15

ECOLADRILLOS, LO MÁS PARA CONSTRUIR ‘VERDE’ EN BOGOTÁ

Botellas de plástico y envolturas de comidas. Eso es todo lo que necesitan estudiantes de Puente Aranda para construir salones, cercas, sillas y hasta enormes tanques de agua con conciencia verde. Otra buena historia con la que celebramos la Semana Distrital Ambiental.

Una envoltura de comida tirada en el piso no es más que basura para la mayoría de las personas. Pero para los estudiantes del colegio distrital Antonio José de Sucre, ubicado en la localidad de Puente Aranda, es un insumo esencial para la fabricación de sus ladrillos ecológicos.

Papeles y envolturas ya no van a parar a las canecas de este colegio sino al fondo de botellas de dos litros de gaseosa que pasan de ser objetos desechables a materia prima de un sin número de proyectos de construcción. Según el profesor Leonardo Cantor, quien trajo la idea al colegio, los ladrillos ecológicos no tienen nada que envidiarle a los tradicionales.

Para ratificar la afirmación del profesor Leonardo, solo basta con estar dentro del cuarto de almacenamiento de residuos que construyó junto a sus estudiantes, y percatarse de que las paredes son tan sólidas que no se producen filtraciones de agua ni con las lluvias más fuertes.

Además del cuarto de almacenamiento de basuras, con ladrillos ecológicos han construido sillas de parque y las cercas con las que protegen los cultivos de la huerta escolar. Pero el proyecto más grande en el que han participado fue la construcción de un tanque de agua para la escuela del municipio de Cucunubá, Cundinamarca.

Este proyecto se realizó hace un par de años cuando el colegio se sumó a la iniciativa de una empresa que lideraba el proyecto de construir el tanque con ladrillos ecológicos. De esta manera, iniciaron una maratón de construcción de ladrillos, en la que participó toda la comunidad educativa del colegio.

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Cristian Ramos, uno de los estudiantes que lideró la iniciativa, asegura que aportaron más de 200 ladrillos, cuyo proceso de elaboración tardó tres meses. “Trabajamos muy fuerte en la recolección y producción de cada ladrillo”, afirma Cristian, quien tuvo la oportunidad de viajar a Cucunubá y participar en la construcción del tanque.

Su compañero Bryan Acuña, afirma que se han convertido en expertos en ladrillos ecológicos. Desde la experiencia con el tanque de agua, consolidaron un proceso de control de calidad para certificar cada ladrillo que se usa.

“Las botellas deben estar totalmente llenas de envolturas de plástico para garantizar su peso y consistencia”, afirma Bryan y complementa que es necesario empujar las envolturas con una varilla para que el relleno quede compacto. “Si al apretar la botella se forman cráteres o hay escapes de aire, no es un ladrillo apto”, añade el estudiante, quien asegura que un ladrillo elaborado con una botella de 2 litros tiene un peso de 4 libras.

Para el profesor Cantor, la experiencia en la escuelita de Cucunubá les permitió convencerse de que su proyecto es capaz de pasar por encima de los grandes presupuestos, para ofrecer bienestar a comunidades que aún no cuentan con los servicios básicos.

“Uno de los profesores del pueblo nos contó que a la escuela no llega constantemente el agua potable y por eso debían interrumpir las clases días y semanas enteras”, recuerda Cantor, quien compartió la historia con sus estudiantes y ellos no dudaron en unirse a la causa.

Se necesitaron alrededor de 5 mil ladrillos para construir el tanque, por lo que el proceso de construcción fue dispendioso. De acuerdo con Cristian, esta experiencia fue muy enriquecedora porque no solo tuvieron la oportunidad de ayudar a otra comunidad, sino de aprender sobre construcción de estructuras capaces de resistir los embates del tiempo.

“Aprendimos a utilizar varillas y alambres para unir los ladrillos en secuencia, de acuerdo a la estructura diseñada”, cuenta Cristian sobre un proyecto que les permitió crear otros elementos con los que ahora han mejorado las instalaciones de su propio colegio.

En palabras de María Fernanda López, otra de los jóvenes fabricantes de estos ladrillos, más allá de entregarles herramientas para aprovechar los elementos de su entorno, la iniciativa ha desarrollado una conciencia ecológica en todos sus compañeros. “Para mí lo más importante es saber que pasé de quejarme a ser activista en pro del medio ambiente”, afirma la estudiante, quien cuenta que en su casa todo se recicla y su familia sabe manejar las tres canecas de separación de residuos.

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Por ahora, los proyectos para 2015 son ambiciosos y están encaminados a continuar mejorando la planta física de su colegio. “Ya tenemos shut de basuras, ahora estamos diseñando otros espacios para continuar con nuestros proyectos ecológicos”, afirma el profesor Leonardo Cantor, para quien sus estudiantes son verdaderos guardianes del ambiente.


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