Fecha de publicación: Jue, 09/05/2019 - 17:46

Tu creatividad te puede llevar lejos, por ejemplo, a la universidad

Está por abrirse la segunda versión del festival de cortometrajes Yo Puedo Ser, en el que pueden participar los estudiantes de colegios oficiales.

El monstruo es grande y el libro es pequeño. En su portada se alcanza a leer ‘Bogotá. Una ciudad de nueve millones de habitantes que fue fundada el 6 de agosto de 1538 por Gonzalo Jiménez de Quesada’.

La niña lee y habla de la carrera séptima y de Monserrate. Cuenta sobre personajes como el Bobo del Tranvía, “quien corría tras de este por su hermana”, y sobre Jorge Eliécer Gaitán, “cuya muerte desató El Bogotazo”.

Ahora el monstruo es pequeño y la niña explica que lo venció. La niña ha vencido a la ignorancia, y Shelcy Natalia Mendoza Mejía, Ivonne Visbal y Karen Juliana Contreras Gallo, tres estudiantes egresadas del colegio Instituto Técnico Internacional, de la localidad de Fontibón, han entrado a la universidad.

La historia se hila porque las tres jovencitas, tres entre nueve millones, decidieron apostarle a su creatividad e ingenio. Ellas le dieron vida al monstruo y a la niña. A ambos los dibujaron y los recrearon en uno de los 303 cortometrajes que participaron el año pasado en el primer festival de cortos para colegios oficiales Yo Puedo Ser.

Yo Puedo Ser se creó en 2017 para sumarse a las acciones que el gobierno del alcalde Enrique Peñalosa puso en marcha con el fin de consolidar la educación de calidad en la ciudad, a través del desarrollo integral de la educación media. La estrategia ha beneficiado a más de 50.000 jóvenes en colegios, espacios de orientación, encuentros locales y procesos de inmersión con instituciones de educación superior. En este contexto, la Administración distrital realizó el festival de cortometrajes Yo Puedo Ser para identificar los talentos creativos y audiovisuales de los estudiantes de 10.º y 11.º de los colegios oficiales de la ciudad. En su primera edición, se recibieron las inscripciones de 614 grupos de cuatro integrantes cada uno, lo que significó la participación de 2456 estudiantes y 303 cortometrajes recibidos.

La creación Prohibida la ignorancia participó en la categoría de animación y recibió el premio especial del jurado que, además de merecerles el reconocimiento del público y el orgullo de sus familias, amigos y colegio, también las llevó a la Universidad Central para iniciar la carrera profesional que eligió cada una.

Shelcy Natalia tiene 18 años y eligió Cine. “En esta carrera estoy muy feliz porque nos apoyan y nos dan equipos, y es hermosa. Me siento muy alegre todos los días que vengo”, confiesa.

Karen Juliana Contreras Gallo tiene 17 años y escogió Publicidad. Ella fue la que hizo todos los dibujos del corto ganador. Asegura que espera que la carrera la ayude a desarrollar su talento. “Quiero que la gente empiece a ver mis trabajos porque me quiero enfocar en el tema ambiental y de los animales para disminuir la tasa de abandono y de contaminación”, dice.

Ivonne Visbal también tiene 17 años. Ella, luego de averiguar, se inclinó por la Ingeniería Ambiental. “Empecé a investigar lo ambiental y, pues, me siento bien identificada y realizada en ese campo”, cuenta.

Tres estudiantes

Las tres quieren cambiar el mundo y no descartan la idea de crear, en el futuro, una empresa en la que puedan reunir los conocimientos que todas están adquiriendo en la universidad. Son como tres mosqueteras que, por ahora, comparten el día a día con la felicidad que implica haber llegado a la educación superior gracias a la apuesta que decidieron hacer.

“En el colegio nos comentaron sobre el proyecto Yo Puedo Ser. Yo siempre me inscribo a todos los concursos que veo. Les conté a ellas y luego nos tomó un mes realizar el cortometraje. Fueron días de mucho estrés. Hicimos investigación de los hechos históricos porque vimos entre los requisitos que los cortos que tuvieran hechos históricos de Bogotá tendrían puntos extra. Pensamos que ya casi nadie conoce los hechos de la ciudad y, por eso, lo tomamos por ese lado. Nos colaboraron dos profesores y el coordinador”, relata Karen.

El día de la premiación hubo mucho nerviosismo. Al ser nombrados los finalistas de su categoría, su corto no fue llamado. “Un desinfle total”, explican. “Es que nuestro corto no tenía grandes efectos, sino que eran dibujos sencillos y ya. Pero también hubo gente que nos animó”. Luego, al oír que ellas habían sido elegidas por el jurado, no caían en cuenta, como que no lo creían.

Entonces entró en escena alguien que estuvo con ellas durante todo el proceso: la mamá de Karen, doña Leticia. “¡Niñas, son ustedes!”, gritó emocionada.

Mamá de Karen e hija

“Ese día de la premiación Paola Turbay (una de los jurados) les dijo que nunca dejaran de soñar”, afirma doña Leticia al tiempo que señala que las otras dos adolescentes se han convertido también como en sus hijas. “Hay que apoyarlas porque son muy buenas. Mi expectativa es verlas graduadas, ver que les están entregando su diploma. Hay padres que somos totalmente ignorantes con respecto a esos programas; deberían hacerles más publicidad para que todos aprovechen”, concluye la mamá de Karen.

“El arte es una salida ante tanta catástrofe, aparte de ser un medio para expresarnos, es un medio para que nos comuniquemos mensajes importantes. El cambio no se va a dar de la noche a la mañana, pero sí es lo que esperamos”, afirma Shelcy.

Karen, por su parte, agradece esta oportunidad. “Si no fuera por la Secretaría de Educación, no podríamos estar acá. A los estudiantes que vienen detrás de nosotras les digo que aprovechen todo y persistan porque, si nosotras nos hubiéramos dejado achantar por malos pensamientos, no hubiéramos terminado el corto”, dice.

Ivonne Visbal complementa diciéndoles a los que vienen que se dejen seducir por el asombro: “Del asombro nace la curiosidad y de ahí se pueden aprovechar estos proyectos que muchas veces se pierden. De acá salen oportunidades importantes como estas”, concluye.


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